El arte de Alfonso Menéndez, da vueltas al musical

18 de julio de 2013

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Jaime Masó Torres

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Anfiteatro del Centro Histórico, Centro Histórico

“El espectáculo musical es como una cáscara de plátano: se resbala muy fácil”, dijo entre risas Alfonso Menéndez,  ante periodistas y amigos que asistieron este jueves 18 de julio a la conferencia de prensa, a propósito del estreno en Cuba de la revista: “De vuelta al musical”.

Cuadros de importantes obras musicales como El fantasma de la Ópera, El mago de Oz, Cabaré, Chicago, Evita… serán representadas por cerca de 22 jóvenes “atrevidos” y muchos de ellos noveles en tales quehaceres del arte escénico.
Destacan por su talento los solistas Laritza Pulido, Reynier de Jesús Borrego y Xenia Figueroa, egresados del Arte Lírico y doblemente aplaudidos por su labor.
Dirigido a un público adulto, la representación en el Anfiteatro del Centro Histórico habanero, es el resultado de varios meses de arduos ensayos -hasta altas horas de la noche-, traducciones al español de algunos temas, innumerables esfuerzos, puertas que se cerraron y miles que se abrieron, el ir y venir constante de un equipo… ¡la obra!

Alfonso Menéndez es quimérico y arriesgado. Sabe de antemano el peligro que se corre al querer llevar al escenario un desfile de títulos que llenaron de gloria a los más importantes teatros  del mundo. Su “locura” se agradece como a muchos de esos desquiciados del arte.
“De vuelta al musical” podrá ser disfrutado hasta el 22 de diciembre del presente año. Llamará la atención el exquisito vestuario de los artistas, tal y como sucedió con otras de las obras presentadas por la compañía.

Sí, ahora el Anfiteatro del Centro Histórico de La Habana es el Broadway tropical. Gracias a la magia de Alfonso, de sus muchachos y su equipo fiel, tenemos en casa -y a la caza- algunas de las mejores obras del repertorio musical a nivel internacional y del patio también.
Viva la locura que es fructífera y demuestra que los obstáculos y las carencias son solo triviales  justificaciones para detenerse y quedarse así, con los brazos en cómoda y vaga posición. Y eso… la creación no lo entiende.