Roberto, “mi maestro”
23 de julio de 2019
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La vida está marcada, en su incesante devenir, por insólitas paradojas. No es extraño, por ello, que ahora confiese que, aunque nunca ocupé un pupitre en las aulas universitarias en que Roberto Fernández Retamar impartía sus clases como profesor del alto centro de estudios, me considere uno de sus tantos alumnos a lo largo de su fecundo ejercicio docente.
De Roberto – como todos le conocen en el panorama de la cultura cubana de las últimas décadas – recibí varias lecciones. La primera – indudablemente la más perdurable – aquella que me hizo descubrir, en una nueva dimensión, más allá de enfoques reiterativos, el alcance, trascendencia y permanencia del legado del Maestro José Martí.
Aprendí, igualmente, la manera en que es posible, a través de la poesía, no solo conmoverse ante la aguerrida historia de la patria – en textos como “El otro”, que comienza con “Nosotros, los sobrevivientes / ¿A quienes debemos la sobrevida?”, esos versos antológicos –, sino también rendir tributo a la nostalgia – y recuerdo “Oyendo un disco de Benny Moré”, ese hermoso poema que ha sabido sortear la prueba del tiempo.
Otra de sus enseñanzas, a no dudarlo, fue la recibida mediante la lectura de libros como “Calibán”, “Para una teoría de la literatura hispanoamericana” y “Todo Calibán”, ensayos en que encontré, como entrelazados en un solo haz, una renovadora y revolucionaria visión del mundo y de la cultura de Nuestra América, y un cuidado y sustancial discurso reflexivo.
Quizás, quienes asistieron a las clases universitarias impartidas por Roberto, y fueron testigos tanto de sus conocimientos como de su poder de comunicación, no recibieron, sin embargo, otra de sus lecciones, que celosamente conservo y que me ha permitido, durante varios lustros, conjugar la escritura con las acciones de promoción cultural.
Porque Roberto ha sido, y es, un ejemplo de esa capacidad de sentar magisterio, también, en labores de animación de la cultura, que lo han llevado a dedicarse, desde la razón y la pasión, a la dirección de instituciones culturales – como el Centro de Estudios Martianos y la Casa de las Américas – y de revistas literarias – “Casa” como su obra más entrañable.
La vida, estoy convencido, aún reservará otras insólitas paradojas. Quiero imaginar que otros, como a mí me sucedió, también lleguen a la conclusión de que Roberto, más allá de las aulas, aun enseña, alecciona, aconseja, a esos otros alumnos que, como yo, un día se aventuren en las páginas de sus libros y en las páginas de su propia vida.
Texto publicado en el libro “Buena suerte viviendo. Mensajes a un poeta”, a propósito del cumpleaños 85 de Roberto Fernández Retamar; volumen que salió a la luz bajo el sello de Ediciones Matanzas en el 2015.
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