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Alemania domina

26 de diciembre de 2014

No fue un antialemán ni dirigente alguno de izquierda, sino un canciller alemán, Helmut Kohl, quien advirtió durante su mandato la amenaza de que su país se convirtiera en lo que es, el gran imperio conquistador de todos los territorios europeos.
Papel contra Rusia aparte, merecedor de un extenso análisis, la Comunidad Europea es apenas un apéndice de Alemania, y si no observen como detrás de cualquier decisión es el gobierno de Ángela Merkel el que manda, decide e impone a las demás naciones lo que tienen que hacer.
El analista español Joaquín Santana expresó irónicamente que cuando algún país quiere solicitar algo, envía el original de la petición a Berlín y la copia a Bruselas. “No existe una Europa que camine hacia la cohesión; existe una Europa doblegada a los intereses alemanes, que significa que los países europeos están bajo la tutela del Deutsche Bank”, acotó.
O sea, Alemania, que ha perdido militarmente las dos guerras mundiales, ha ganado otra guerra en el continente, que es la económica. Ya no necesita mandar a sus Ejércitos; ha sometido a los gobiernos, y estos, cuando la población protesta, ordenan a las respectivas fuerzas represivas que hagan cumplir el mandato del régimen alemán.
Cierto que la actual situación no es como la del 2008, cuando los grandes bancos alemanes cayeron en bancarrota, y surgió una deuda entre banqueros, inversores y grandes fortunas.
El gobierno alemán decidió que esa deuda con la banca alemana la debían asumir los diversos estados y garantizar el pago de la misma. Los gobernantes acataron dicha decisión, lo cual llevó a la población a la pobreza, la miseria y la desprotección social.
El caso español fue notablemente humillante. Expresión de esta situación fue la modificación de la Constitución en el artículo 135, donde se expresa que el pago de la deuda es “prioridad absoluta”. Así, el gobierno español recibió dinero del Banco Central Europeo para dárselo a los bancos españoles, y este dinero se envió inmediatamente a los bancos alemanes, y España se quedó con la deuda.
Además, lo más extravagante viene dado porque el Banco Central Europeo no da dinero a los estados para pagar esta deuda (deuda soberana); en cambio sí lo entrega a las entidades bancarias, obligando a los gobiernos a pedir dinero en préstamo a estas, que han sido rescatadas por los propios gobiernos. Una buena jugada de Ángela Merkel, quien es banquera y pertenece al Deutsche Bank.
Lo real es que la sede del gobierno en Europa no está en Bruselas, sino en Berlín y más concretamente en el Bundesbank (Banco Central Alemán), de donde sale todas las decisiones económicas y políticas importantes y que son aceptadas por la Comisión Europea e impuestas a los ciudadanos.
A estos solo les queda luchar por impedir que las decisiones alemanas se hagan realidad, presionar para no pagar esa deuda inmoral e ilegítima y tratar de elegir a aquellas fuerzas políticas que quieren que las decisiones estén orientadas al bienestar de la gente, lo cual en la democracia al estilo occidental se hace muy difícil.

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