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Una marcha para sanar

2 de septiembre de 2019

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Foto-1.-Equitación

La equitación, además de ser una práctica deportiva, deviene terapia beneficiosa para discapacitados físicos y mentales.

Aunque quizás muchos se sorprendan, la génesis de este tratamiento se remonta a  460 años AC, cuando los griegos empezaron a aplicarla en los enfermos incurables. Con el paso del tiempo un neurólogo francés estudio a fondo el movimiento del caballo y sus ventajas para el control muscular de pacientes con trastornos neurológicos.

Todo ese transitar por los anales de la terapéutica internacional tuvo su gran prueba en los Juegos Olímpicos de Helsinki, cuando Liz Hartel, amazona poliomielítica recibió Medalla de Plata en la modalidad de Doma Clásica (1950).  Actualmente, nadie duda de las potencialidades rehabilitadoras de la terapia equina, fundamentada en tres principios básicos:

-El calor corporal que traslada el caballo al jinete relaja y distiende la musculatura espástica (rígida).

-El estimulo que irradian los impulsos rítmicos (90-110) del animal.

-Semejanza del ritmo de la locomoción equina con la marcha humana.

Hasta el momento, la técnica se dirige a la rehabilitación de los discapacitados por enfermedades neurológicas: lesiones cerebrales, paraplejia, esclerosis múltiple, poliomielitis, distrofia y otras de este tipo.

También es favorable en los casos de  Síndrome de Down, autismo, retraso mental, y psicosis. Igualmente se utiliza para los invidentes y sordos.

En la praxis cotidiana sus beneficios se comprueban en quienes presentan trastornos de conducta, dificultades de aprendizaje, problemas afectivos, hipoactividad, ansiedad y fobias.

Los especialistas reconocen la influencia de esta terapéutica en las funciones cardiovasculares, pues “constituye un ejercicio muscular con baja demanda de oxígeno recomendable para personas discapacitadas obligadas al sedentarismo”.

Reportes de la literatura científica internacional coinciden en afirmar que “el vínculo afectivo paciente-caballo estimula el lenguaje para el desenvolvimiento del habla, la comunicación y la socialización. Facilita la autodisciplina y mejora la atención. Además, es fundamental para potenciar sentimientos de independencia, autoestima y seguridad”.

Sin lugar a dudas, la equinoterapia es recibida como una diversión al aire libre, rompiendo el aislamiento hospitalario.

En Cuba esta modalidad ha dado frutos muy reconocidos en el campo médico, por lo que ha sido recomendada por los médicos, y por supuesto,  cuenta con la aprobación de la Organización Mundial de la Salud, OMS.

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