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Sorprendente benefactor

11 de enero de 2021

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En tiempos en que los adelantos tecnológicos y científicos sorprenden a la humanidad, resulta normal que paralelamente, se descubran beneficios en productos para la alimentación. Sobre esto último, Hipócrates decía: “Que tu medicina sea tu alimento, que tu alimento sea tu medicina”, propicio axioma que ahora es aplicable a una fruta, otrora estigmatizada, pero que recupera su indiscutible valor a la luz de nuevas concepciones, y nos referimos al aguacate.

Sepan ustedes que su pulpa contiene gran cantidad de ácidos grasos monoinsaturados, muy apropiados para el control del colesterol y de los triglicéridos; además, aporta vitaminas del grupo B que coadyuvan a tener un efecto protector sobre el músculo cardíaco, por lo que se recomienda consumir dos aguacates por semana.

Esta especie de panacea proviene de un árbol lauráceo de gran tamaño, frondosidad y verdor. Oficialmente atribuían su origen a América Central, aunque también lo acreditan a las Antillas o, incluso, como sugiere su nombre científico (Persea gratissima), a la remota Persia.

Por su forma, similar a una pera de corteza verde intenso y con un hueso ováceo en el centro, los aztecas le dieron el nombre de ahuacatl, que significa testículo (lo que contribuyó a sentar las bases de su leyenda afrodisíaca).

El aguacate contiene 10 vitaminas, entre las que se destacan la E, el ácido fólico y el glutatión. Asimismo, 10 ácidos grasos, de los cuales cinco son mono y poli-insaturados, destacándose los Omega-9, Omega-7, Omega-6 y Omega-3. Esta última para la protección contra el cáncer, y también contiene ß-sitosterol, que previene la acumulación de colesterol.

Posee, además, 10 aminoácidos esenciales (arginina, fenilalanina, histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, treonina, triptófano, valina) los cuales son requeridos en la síntesis de proteínas y para un mejor metabolismo celular. Y sumemos a esos valores otros elementos minerales: calcio, cobre, fósforo, hierro, magnesio, manganeso, potasio, selenio, sodio y zinc. Todos empleados para el buen funcionamiento del metabolismo celular y la circulación sanguínea.

Respecto a los fitoquímicos hallados en los aguacates se encuentra el mencionado glutatión, que funciona como un antioxidante similar a la vitamina E. La fruta también contiene cuatro veces más betasitosterol que cualquier otra, lo cual ayuda a reducir el colesterol.

Según los nutricionistas “terapéuticamente hablando, el aguacate es una verdadera farmacia”. Sus hojas en infusión son buenas para la vesícula, digestivas, antiflatulentas, diuréticas, antirreumáticas y resulta ser un alivio seguro para la bronquitis, ronquidos y los dolores menstruales.

En aplicación local, tienen cierto poder antiinflamatorio y calman el dolor de cabeza. Y por si fuera poco, le atribuyen virtudes dermatológicas, por lo que sirve de base a numerosos productos cosméticos: cremas, jabones, emulsiones hidratantes. Su pulpa carnosa contribuye a la regeneración de los tejidos.

Y por último, el corazón de la fruta, tostado y molido hasta convertirse en harina, combate la diarrea. Además, su bajo contenido en hidratos de carbono, le permite ser ingerida (con moderación) por los diabéticos.

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