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Paternidad discutida

31 de mayo de 2017

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Prueba

 

En la Edad Media, al niño bastardo lo recogían las parroquias que buscaban al padre, admitiendo cualquier prueba testimonial para su filiación.

Con el paso del tiempo, las consideraciones sobre la paternidad se han modificado en los órdenes social, jurídico y en el campo de las investigaciones biológicas internacionales.

Actualmente, los tribunales solicitan pruebas testimoniales e investigaciones médicas y legales. Entre ellas, las pruebas hematológicas, dermatogríficas, ortodóncicas y antropológicas.

Mediante las hematológicas se estudian los portadores genéticos: leucocitos, electroforesis de hemoglobinas, entre otros, y se resume en la sencilla extracción de sangre al niño, madre, supuesto padre, y a veces, hermanos, tíos y abuelos.

Las pruebas dermatogríficas estudian las impresiones dermocapilares de manos y pies. O sea, cualquier deformación o cuadrante de la mano, pasa al hijo –de la madre o el padre– conformando un híbrido de ambos. Las ortodóncicas se dirigen al análisis morfológico y métrico del aparato estomastornático (boca, mandíbula, paladar, dientes, etcétera).

Finalmente, las antropológicas comparan, desde el punto de vista somatoscópico, partes accesibles del cuerpo hereditarias: forma de los pies, manos, nariz, y otras.

Las pruebas científicas se basan en el principio de Exclusión de la Paternidad. O sea, el resultado informará si el niño NO es hijo del presunto padre, pero nunca determinará, categóricamente, cuál es el padre.

Este proceso, doloroso y humillante, puede ser evitado con sexo seguro, que además de evitar un embarazo no deseado, elimina el riesgo de las enfermedades de transmisión sexual.

Las parejas ocasionales deben conocer –y no olvidar– tan tristes consecuencias de esta antigua problemática, que, aunque acertadamente enfrentada, es un gran peso en la conciencia colectiva.

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