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La ira: daño irreparable

22 de julio de 2019

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Para nadie es secreto que las reacciones del carácter pueden afectar nuestra salud. Una emoción fuerte, motivada por una alegría o por una tristeza, produce una reacción psicosomática y provoca un accidente cerebrovascular o cardiovascular. Así de sencillo.

Es de comprender que resulta muy difícil controlar esas emociones.

Pero hay otras características de la personalidad que dañan por igual, y que propician, junto con el estrés y la depresión, un daño irreparable al organismo. Me refiero a la ira.

Sentimiento a veces incontrolable, no solo mina el carácter, sino daña las relaciones sociales. Y todo parece indicar que si la ansiedad o el estrés fueron el centro de investigación y desarrollo de la psicología de la salud en las pasadas décadas, ahora lo será en esta.

Es bueno conocer que la ira, junto con la hostilidad, son componentes responsables del desarrollo de trastornos coronarios. Como tal factor de riesgo emocional, puede causar también otros quebrantos de la salud, quizás no tan dramáticos, pero no por ello, menos importante, como es la hipertensión.

Los escépticos niegan tal influencia en la salud, quizás porque internamente, sienten ese irreprimible estado habitual de ánimo.

Personas que normalmente viven en ebullición, que a duras penas logran disimularlo, y ante cualquier situación que no sea de su agrado, explotan, y se convierten en seres rechazados o temidos en su medio.

Pero, no queremos destacar solamente a la ira que molesta a los que conviven de algún modo con a una persona colérica, sino a ese estado constante que destruye el organismo de quien lo experimenta, de una forma imperceptible e incontrolable.

Estudios de psicólogos universales, elaboraron un inventario denominado Control de Ira, que incluye escalas de situaciones que la desatan:

– Contemplar abusos cometidos por otros.

– Intrusión

– Devaluación personal

– Traición de confianza

– Malestar menor

– Abuso físico y verbal

– Tratamiento injusto

– Bloqueo de metas.

 

Otras investigaciones van dirigidas a confirmar que esta es una de las emociones que mayores alteraciones psicofisiológicas producen, conjuntamente en la misma magnitud e intensidad que el estrés y el miedo, provocando las siguientes reacciones: elevaciones de la frecuencia cardíaca, presión arterial sistólica y diastólica y otras respuestas variadas”.

Podemos llegar a la conclusión, que las personas coléricas, incapaces de controlar su ira, corren el peligro de una irremediable situación física invalidante, y en su grado superior, a una especie de suicidio.

La ciencia dirige más atención a este campo de la psicología, convencida de la importancia de sus nefastas consecuencias en el campo de la salud.

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