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La figura soñada

9 de febrero de 2019

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El espejo no miente. Con justa crueldad descubre la imagen que los excesos y el abandono moldearon en lo que antes fue una figura aceptable.

Entonces empiezan las mil dietas inventadas y sin control para adelgazar, y la eliminación de alimentos necesarios para el organismo.

Cierto tiempo después la pesa gratifica con unas libras menos, pero al decir del refrán “poco dura la alegría en casa del pobre”. Nuevamente el pantalón no cierra, los botones de la blusa saltan, y el espejo culpable se ensaña con una imagen rechazada.

Es el día en que no se vacila y se va en busca de una drástica solución: bypass gástrico. Justo en ese momento decisivo, las mujeres obesas no razonan que la cirugía no hace magia aportando la figura soñada.

Contrario a lo que muchos leen en los magazines de modas, los operados quedan atrapados en cambios obligados de sus estilos de vida, posibles complicaciones, controles médicos sistemáticos y múltiples formas de tratamientos, sin contar aquellos que tienen que admitir el fracaso de una operación.

Los expertos explican que el bypass gástrico o cirugía bariátrica restringe por medio de suturas la capacidad estomacal; eliminan una parte importante del estómago y del intestino delgado, y “fabrican” un corto tramo para el tránsito de los alimentos que conecta al nuevo pequeño estómago con una porción intestinal más distante.

El procedimiento obliga a ingerir menos alimentos que orientará el dietista, suficientes para alcanzar la sensación de saciedad y disminuir la absorción por el sistema digestivo. Es decir, se aspira a reducir las calorías que se incorporan al organismo y de ese modo bajar de peso.

La opción quirúrgica, aunque sean expertos cirujanos, lleva el indudable riesgo de la anestesia. Dicha técnica no es la única solución para adelgazar y no se acepta universalmente. Altera la fisiología del paciente, es un recurso agresivo y no siempre con buenos resultados. Es más, ejemplos hay de quienes -tras la intervención redujeron una parte del peso-, pero se mantienen evidentemente gordos.

Cirugía internacionalmente costosísima (cerca de 30 000 dólares), en ocasiones exige una segunda vuelta al salón de operaciones por complicaciones que aumentan riesgos y más dinero. Y todo no termina ahí.

Después, se obliga a un rígido régimen dietético y de ejercicios, indispensables controles médicos por largo tiempo para reponer el déficit de nutrientes que sustituyen con hierro, calcio y todo tipo de vitaminas, porque en lo adelante, solo podrán comer no más de una taza de alimento masticado, medida que orientará el dietista en su formulación: polvo, pastillas o inyecciones periódicas.

Es cierto que el famoso bypass gástrico o cirugía bariátrica ayuda a perder peso al limitar la capacidad del estómago y disminuir su absorción intestinal, pero su secuela es un exceso de piel flácida que también afecta la estética, puede generar dolor y es susceptible a infecciones. Por tanto, deben que acudir de nuevo al quirófano, esta vez para eliminarla, como ocurre en la piel colgante de los brazos llamadas “alas de murciélago”.

Conclusión: nuevas riesgos quirúrgicos, cicatrices inevitables.

El espejo recomienda: “Desnúdate y no te engañes. Yo te enseño a tiempo tus libras de más. Es el momento de reducir grasas, azucares, excesos. Reacciona, acude a un endocrinólogo, ese es quien salvara tu figura”.

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