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Engañosa tentación

27 de enero de 2017

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piscina

 

Límpidas y transparentes, exentas del inquietante oleaje, las transparentes aguas verdiazules de las piscinas constituyen fuertes contrincantes de las playas. Zambullirse en ellas deviene encanto para un buen número de nadadores y… los que no lo son. ¡Cuántos hay, que en la selección influye el oculto temor a la fauna marina!

Pero, pocos tienen en cuenta la legión de microorganismos presentes siempre en las as piletas, y que solo la prevención del cloro, puede eliminar. Sin embargo, ese gas amarillo-verdoso y de olor irritante, también puede ser dañino para la salud, si no es dosificado correctamente. Basta recordar que a gran escala de concentración, el cloro fue la primera sustancia utilizada como gas venenoso en la I Guerra Mundial.

Pero, no es mi intención alarmarles, sino dar a conocer los riesgos que entraña el baño en aguas estancadas. La estancia prolongada en ellas, aunque contenga la dosis de cloro aceptable, puede exacerbar el asma, afectar la función pulmonar y provocar una seria irritación en los ojos.

Diversas investigaciones científicas confirman que la inhalación de esa sustancia y sus derivados en el aire y agua, resultan perjudiciales para las paredes de los pulmones, y expone a mayores complicaciones respiratorias a los niños pequeños.

El daño, según el tiempo de contaminación, es un aproximado de, por cada 100 horas, se multiplica 60 veces el riesgo de padecer asma.

Por tanto, neumólogos y pediatras coinciden en señalar que en el organismo infantil, entre dos y tres años de edad, los pulmones están en plena fase de desarrollo, y son más sensibles a esa afectación.

Los especialistas explican que el cloro ataca las mucosas y al aparato respiratorio, y puede producir hiperactividad bronquial, circunstancia que predispone a padecer asma, sobre todo en individuos susceptibles. La sintomatología más evidente de contaminación por cloro es: irritación de las mucosas oculares, nariz y garganta, con dolor en aumento.

Puede que algunos piensen con cierto sentido drástico, que es preferible evitar el cloro en las aguas. Para tan radical pensamiento, va el alerta de cuales serian los riesgos en las denominadas “aguas limpias y cristalinas”: cuando no son cloradas, una increíble microfauna encuentra su hábitat ideal en las aguas de las piscinas, y también en sus alrededores.

Para concluir, recuerdo las ventajas para la salud de la cambiante agua del mar, con su carga beneficiosa de minerales, que se incluyen en las recomendaciones de la medicina natural y tradicional, bajo el nombre de Talasoterapia.

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