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El peligro de no reconocer el peligro

4 de agosto de 2020

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La automedicación es una práctica cotidiana en todas partes del mundo que se ha convertido en un verdadero problema de salud. Este hábito no discrimina en edad, sexo o raza y tampoco es exclusivo de un grupo particular de medicamentos, aunque algunos de ellos se destacan por ser los más automedicados por la población, muchas veces de manera indiscriminada.

Este es el caso de los analgésicos y los antiinflamatorios no esferoidales, dos grupos farmacológicos que muestran un empleo masivo y un consumo creciente en casi todos los países.

En muchos casos, el empleo de estos medicamentos está motivado por la presencia de síntomas como el dolor y la inflamación, relacionados con condiciones propias de los individuos como por ejemplo: alteraciones posturales, sobrecargas musculares o el propio envejecimiento.

Sin embargo, la inexistente percepción de riesgo que la mayoría de las personas tienen en relación al consumo de medicamentos, los lleva al desaconsejado recurso de comenzar a administrárselos por iniciativa propia, sin una previa evaluación u orden médica. Al hacerlo, en cambio, no están exentos de incurrir en el uso inadecuado de los mismos, incrementando las posibilidades de reacciones adversas e interacciones farmacológicas y de fenómenos como la resistencia antimicrobiana, la dependencia, la tolerancia y las intoxicaciones.

La dipirona o metamizol, es quizás el analgésico más utilizado en nuestro medio. Cada año se incrementa su número de tabletas consumidas, haciendo que la demanda difícilmente pueda ser satisfecha. En cambio, lo que no siempre conocen quienes optan por el consumo crónico e inadecuado de este fármaco, es que el uso de dipirona se vincula a hipersensibilidad de las células de la sangre, llamadas discrasias sanguíneas, que en algunos casos pueden ser fatales.

El ibuprofeno, el diclofenaco y el naproxeno son tres antiinflamatorios no esteroideos muy conocidos por la población. Sin embargo, su consumo desmedido por muchas personas tampoco toma en consideración el riesgo de efectos adversos como la gastritis o la úlcera y la elevación de la presión arterial. El nivel de gravedad de los efectos adversos que se pueden producir, puede ser de mayor magnitud en algunos individuos, al punto de resultar fatales en caso de producirse perforaciones, hemorragias digestivas y paro cardíaco, tres efectos con los que también se ha vinculado su empleo.

El paracetamol es otro medicamento empleado comúnmente por las personas para el tratamiento del dolor. A pesar de su larga existencia, la falsa sensación de confianza respecto a su consumo tampoco es recomendable, pues este medicamento administrado en dosis muy altas o junto con bebidas alcohólicas, puede ser altamente tóxico y potencialmente mortal, en virtud de los daños que puede causar al hígado.

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