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El parkinsonismo inducido por fármacos

18 de enero de 2022

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El parkinsonismo inducido por fármacos es un síndrome que ocasionan algunos medicamentos que, por la frecuencia en que ocurre, constituye la segunda causa de todos los síndromes parkinsonianos después de la enfermedad de Parkinson. Representa entre un 10 y un 30% de los parkinsonismos.

Aunque es generalmente reversible y desaparece tras la supresión del fármaco que causa su aparición, existen casos en los que los síntomas permanecen pese a la retirada del medicamento.

Muchos fármacos son capaces de inducir un síndrome parkinsoniano o agravar una enfermedad de Parkinson. Se citan en primer lugar a los neurolépticos, entre los que se incluyen medicamentos como la clorpromacina, levomepromacina, prometacina, tioridazina, trifluorpromacina, flufenazina, haloperidol y droperidol.

El parkinsonismo farmacológico es un efecto secundario bien conocido de los neurolépticos. Este síndrome puede limitar la eficacia terapéutica antipsicótica de estos fármacos.

Otros medicamentos relacionados con el síndrome parkinsoniano son la metoclopramida y la reserpina. El uso de antagonistas del calcio, fundamentalmente cinaricina y flunaricina, también se ha relacionado con la aparición de parkinsonismo, aunque su mecanismo de producción no se conoce con exactitud.

Algunos medicamentos se han asociado de forma más ocasional con cuadros de Parkinson inducido por fármacos sin saberse aún el mecanismo etiológico. Entre ellos están el antiarrítmico amiodarona, antagonistas del calcio como verapamilo y diltiacem, los fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, los antiepilépticos, ácido valpróico y fenitoína y el litio usado como estabilizador del ánimo.

Todo paciente que presente un síndrome parkinsoniano debe evitar en lo posible utilizar medicamentos relacionados con esta condición.

Para el médico de atención, en ocasiones, esta decisión también resulta difícil, como sucede, por ejemplo, cuando se trata de un paciente que padece una enfermedad de Parkinson y está bajo tratamiento con amiodarona por una arritmia cardiaca. En un caso como este, la toma de decisión debe apoyarse enteramente en la correcta valoración de las ventajas e inconvenientes derivados del empleo del fármaco en el paciente.

Para el tratamiento de un síndrome parkinsoniano inducido por fármacos, la sola interrupción del medicamento que provoca el parkinsonismo, siempre que sea posible, posibilitará la mejoría o completa curación del paciente.

La administración de anticolinérgicos o de levodopa asociada a carbidopa o benserazida, pueden estar indicados en pacientes con parkinsonismo inducido por fármacos que presenten una alteración motora grave que dificulte la marcha o el tragar de forma significativa.

La indicación más importante de antiparkinsonianos en pacientes con parkinsonismo inducido por fármacos es posiblemente el riesgo de caídas con posibilidad de fracturas.

Existen datos que apoyan el hecho de que los anticolinérgicos son más efectivos para varios síntomas de este síndrome, que en los mismos síntomas de la enfermedad de Parkinson.

Sin embargo, siempre que sea posible, es preferible evitar la administración de cualquier tipo de medicamento, incluidos los antiparkinsonianos.

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