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Consejos para dosificar los medicamentos (I)

22 de febrero de 2022

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Cuando el paciente no está bien informado de cómo se deben dosificar las distintas formas farmacéuticas, los errores que se cometen pueden dar al traste con el éxito de cualquier tratamiento.

La pauta terapéutica más completa y bien diseñada puede fallar si el paciente no cumple la prescripción. El resultado más evidente del incumplimiento del tratamiento es la falta de alivio o curación de la enfermedad.

La correcta administración de la dosis prescrita por el médico guarda relación con la forma farmacéutica en que se presenta el medicamento prescrito.

La dosis no es más que la cantidad de medicamento que se administra al paciente. Esta se refiere exclusivamente a la cantidad de principio activo o ingrediente farmacológicamente activo, expresado con frecuencia en miligramos de peso.

En la práctica, dado que las distintas formas farmacéuticas vienen dosificadas por la industria, el médico prescribe un determinado número de comprimidos, cápsulas, cucharadas, etc., por día o por toma. Un ejemplo de este tipo de pauta es la indicación de administrar una tableta cada 8 horas.

La dosis que viene indicada en el prospecto de los medicamentos es solo orientativa, ya que debe ser el médico quien examine al paciente y decida la dosis correcta para cada caso individual, así como el tiempo de duración del tratamiento, puesto que existen numerosas variables que influyen en la dosis necesaria para cada individuo y circunstancia.

Una dosis excesiva puede tener consecuencias graves y una dosis insuficiente también. Por ello no hay que tomar más cantidad de medicamento, ni más a menudo, que lo que haya indicado el médico. De lo contrario se puede aumentar la posibilidad de que se produzcan efectos indeseables o secundarios.

Cada forma farmacéutica tiene modos particulares de dosificarse para ser administradas al paciente. Conocer los detalles más importantes en cada caso es una precaución importante a tener en cuenta antes de iniciar cualquier tratamiento.

Los sólidos orales como las cápsulas, grageas, comprimidos o tabletas, suelen dosificarse en unidades de peso, generalmente miligramos. En algunas ocasiones es necesario fraccionar o partir las tabletas para tomar la dosis prescrita y por ello muchas veces estas tienen una ranura que facilita su división y señala con exactitud la mitad de la dosis.

Hay formas sólidas orales que no pueden partirse porque pueden alterarse sus propiedades farmacológicas. Ejemplo de ello son las cápsulas, que al tener el contenido en forma de polvo no pueden ser dosificadas, los comprimidos de acción controlada en los que el principio activo se va liberando de forma gradual en el tiempo, o los que tienen cubierta entérica porque sus principios activos se inactivan en el estómago.

En estos casos se debe tragar la dosis entera, sin romper, triturar, o masticar la tableta, o mezclar el contenido de la capsula con líquidos o alimentos.

Si a pesar de usar cantidades abundantes de agua, sigue siendo difícil para el paciente tragar el comprimido de forma inalterada, lo correcto es acudir al médico para que valore la sustitución por otra forma farmaceútica mejor tolerada.

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