ribbon

Conociendo a los cosmecéuticos

2 de febrero de 2021

|

 

cosmeceuticos_13012016_estetic_4_508x316

 

No son simples cosméticos, aunque se vendan como tal. Tampoco son fármacos, a pesar de que sugieren un efecto medicinal. Lo cierto es que los cosmecéuticos son una categoría de productos, a medio camino entre la belleza y la acción terapéutica, que a pesar de haberse dado a conocer desde hace ya tres décadas, a día de hoy siguen generando una gran confusión.

Remontando sus orígenes, el término cosmecéutico se empleó por primera vez para describir a una serie de productos emergentes que proporcionaban mayores beneficios terapéuticos en el cuidado de la piel que los cosméticos convencionales.

La unión de las palabras cosmética y farmacéutica hace alusión a un híbrido que se caracteriza por ir más allá de las fórmulas cosméticas tradicionales gracias a sustancias activas no medicamentosas.

Los cosmecéuticos, a pesar de no ser medicamentos, están formados por principios activos capaces de influir en las funciones biológicas de la piel. Por ello aportan numerosos nutrientes, que pueden lograr un efecto antienvejecimiento.

Desde sus inicios, el desarrollo de la cosmecéutica se centró en la investigación de ingredientes naturales, extractos de hierbas y plantas, aceites y semillas, que se combinaron con algunas sustancias químicas y vitaminas, para desarrollar productos que aunaran funciones cosméticas y terapéuticas.

Casi todos los cosméticos llevan estos ingredientes, pero no por ello se consideran cosmecéuticos, ya que estos últimos poseen una concentración más elevada que los cosméticos clásicos, lo que les permite actuar con mayor eficacia.

Así mismo, los principios activos de los cosmecéuticos suelen ir vehiculizados en formas farmacéuticas más evolucionadas que les permiten penetrar en las capas más profundas de la epidermis y liberarse de manera sostenida en el tiempo. A diferencia de los cosméticos convencionales, que son macromoléculas que no penetran más allá de la dermis.

Los cosmecéuticos actúan sobre la piel sana, no para curarla sino para mejorarla. Las sustancias biológicamente activas con que están elaborados los hacen ser capaces de provocar modificaciones en las estructuras y funciones de la piel. De este modo es que pueden solucionar trastornos cutáneos menores y, además, aportar beneficios estéticos.

Están compuestos, sobre todo, por antioxidantes como el retinol, las vitaminas B, C y E, el ácido alfa-lipoíco o el ácido hialurónico, péptidos estimuladores de la producción de colágeno en la piel, componentes que inciden en el crecimiento celular y que estimulan la producción de colágeno y elastina, productos naturales de origen botánico como el té, la soja o el aloe vera y agentes exfoliadores, despigmentadores y protectores de la luz solar.

La complejidad de su formulación explica en buena medida su precio más elevado que el de los cosméticos. Además, aunque los cosmecéuticos no son objeto de la misma regulación que los productos farmacéuticos, su fabricación se realiza bajo estrictos estudios de calidad, seguridad y eficacia.

También, a diferencia de los cosméticos convencionales, la mayoría de los cosmecéuticos deberían ser prescritos por personal sanitario calificado, con un alto grado de conocimiento de la bioquímica de la piel y la actividad metabólica de la misma, ya que la elevada concentración y especificidad de algunos de sus componentes pueden conllevar a reacciones adversas o efectos secundarios no deseados si los productos no son correctamente elegidos para la piel o los problemas que se presentan.

Galería de Imágenes

Comentarios