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Alternativas a la automedicación con analgésicos (I)

22 de marzo de 2022

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Cada vez se acentúa más la tendencia global de consumir medicamentos analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos.

La longevidad de la población, la vida más sedentaria de un mayor número de personas y el incremento de algunas patologías crónicas asociadas a estos dos factores, son, en parte, los detonantes de este problema.

Sin embargo, existen alternativas para no dejarse arrastrar por la automedicación con analgésicos.

Los medicamentos analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos son dos grupos farmacológicos que muestran un empleo masivo y un consumo creciente en casi todos los países del mundo. En muchos casos, la utilización de estos medicamentos está motivada por la presencia de síntomas como el dolor y la inflamación relacionados con condiciones propias de los individuos como, por ejemplo: las malas posturas, las sobrecargas musculares a causa del exceso de entrenamiento o por cargar peso excesivo y también por el propio envejecimiento de las personas.

Cierto es que no se trata de correr a un policlínico o un hospital ante un pequeño dolor de cabeza, pero sí es preciso reconocer que la solución o el alivio de muchas molestias y situaciones de dolor de la vida cotidiana se puede lograr desde la propia autonomía del individuo o la familia, a través de técnicas que no necesariamente involucran la administración de medicamentos.

La necesaria contrapartida para frenar el constante incremento que año tras año experimenta el consumo de analgésicos está muy relacionada con el fomento de un pensamiento crítico en las personas en relación a los medicamentos, pues a pesar de sus incuestionables beneficios, el consumo de cualquiera de ellos lleva incluido un riesgo potencial.

Existen sobrados ejemplos para ilustrar esta idea. Uno de ellos lo tenemos en la dipirona o metamizol, el analgésico que es quizás el más utilizado en nuestro medio y del que año tras año se incrementa el número de tabletas consumidas, haciendo que la demanda del medicamento difícilmente pueda ser satisfecha.

En cambio, lo que no siempre conocen quienes optan por el consumo crónico e inadecuado de dipirona, es que el uso de este fármaco se vincula a hipersensibilidad de las células de la sangre, llamadas discrasias sanguíneas, que en algunos casos pueden ser fatales.

Otro tanto sucede con el ibuprofeno, el diclofenaco y el naproxeno, tres antiinflamatorios no esteroideos muy conocidos por la población y cuyo consumo desmedido por las personas pocas veces toma en consideración el riesgo de efectos adversos frecuentes de estos fármacos como son la gastritis o la úlcera y la elevación de la presión arterial.

El nivel de gravedad de los efectos adversos que se pueden producir por la administración no autorizada de aines, puede ser de mayor magnitud en algunos individuos, al punto de poder resultar fatales en caso de producirse perforaciones, hemorragias digestivas y paro cardíaco, tres efectos con los que también se ha vinculado su empleo.

El paracetamol es otro medicamento empleado comúnmente por las personas para el tratamiento del dolor. Sin embargo, a pesar de su larga existencia, la falsa sensación de confianza respecto a su consumo tampoco es recomendable, pues este medicamento administrado en dosis muy altas o junto con bebidas alcohólicas, puede ser altamente tóxico y potencialmente mortal, en virtud de los daños que puede causar al hígado.

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