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La bahía de La Habana

3 de abril de 2013

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La bahía de La Habana / Foto: Alexis Rodríguez

El arribo de aves acuáticas migratorias a la bahía de La Habana es un excelente augurio porque confirma la recuperación paulatina del ecosistema de la rada capitalina que ha sido, lamentablemente, afectado por la contaminación.
La Oficina del Historiador, junto a otras instituciones como el Grupo de Trabajo Estatal, desarrolla varios proyectos de recuperación ambiental para la Bahía, que incluyen recogida de desechos sólidos, dragado del fondo, una planta de tratamiento de residuales y el uso de bacterias especializadas en la descomposición del petróleo, uno de los más importantes contaminantes, que ha mejorado en cierta medida la calidad de sus aguas.
Con una superficie de unos cinco kilómetros cuadrados, la bahía —que tiene forma de trébol— se caracteriza por la mezcla de agua dulce con la de mar y atesora unos 47 millones de metros cúbicos del líquido, con una profundidad media de nueve metros.

Ensenada Marimelena / Foto: Alexis Rodríguez

Ensenada Guasibacoa / Fotos: Alexis Rodríguez

Ensenada Atares / Fotos: Alexis Rodríguez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Compuesta por tres ensenadas: Atarés, Marimelena y Guasabacoa, comprende humedales como Playa del Chivo y Triscornia, y una cuenca hidrográfica que alcanza 68 kilómetros cuadrados, en la que se asienta una población de unos 800 mil habitantes.

Sus características de bahía de bolsa, protegida por un canal de entrada largo y estrecho, unido al régimen de circulación de estuario, condicionan el intercambio de sus aguas con el mar.
El proyecto de saneamiento de la bahía se inició en 1998 y al terminar la primera etapa —en 2004—, se redujeron de forma  progresiva los sólidos flotantes de hidrocarburos, aumentó el oxígeno disuelto en la columna de las aguas del interior de la rada, y disminuyó la sedimentación como resultado del programa de reforestación y manejo integrado de la cuenca, la disminución de los malos olores y el mejoramiento del paisaje.
La segunda etapa, tiene el propósito de mantener esos índices y, poco a poco,  ir a una reducción de hidrocarburos, así como tratar los sedimentos contaminados del fondo marino, objetivo sumamente costoso y complejo dada la tecnología que se requiere.

Bahía contaminada / Fotos: Alexis Rodríguez

A pesar de los grandes esfuerzos que se despliegan, en la zona Este de la bahía aún se aprecian que las aguas son espesas, densas y oscuras; flotan vasos y pomos plásticos, latas de refresco o cerveza, y hasta neumáticos inservibles son arrojados al mar. Esta lamentable situación se combate día a día, pero la clave del éxito está en desarrollar planes de educación ambientalista e involucrar a toda en  la población para que se convierta en celosa guardiana de la hermosa bahía. Por otro lado, es imprescindible tomar medidas severas para que las fábricas aledañas no viertan los desechos, algo que aún persiste.

Buque Escuela de la Armada Española entrando a la bahía / Foto: Alexis Rodríguez

Los cubanos todos y los habaneros en particular soñamos con que nuestra indiscutible bella bahía vuelva a mostrarse en plenitud y así contemplarla en todo su esplendor, sentados desde el emblemático muro del malecón, a quien el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, ha calificado como “el gran sofá” de La Habana.

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