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Nuevas Rutas y Andares para comunicar en los museos*

27 de mayo de 2013

Por: MSc. Lilibeth Bermúdez y MSc. Katia Cárdenas

*(Fragmentos de la tesis de igual nombre para el grado de máster en ciencias de la comunicación, otorgado a las autoras en el año 2006 por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana) Once años han transcurrido desde que saliera a la luz la primera edición de Rutas y Andares para Descubrir en Familia, que intenta hacer del museo y su entorno verdaderos espacios culturales. Miles de visitantes se han acercado a La Habana Vieja gracias a esta propuesta que, insertada en las nuevas tendencias de la museología y con el propósito de sensibilizar a los públicos con el patrimonio atesorado en la zona, acapara la atención de especialistas de las más diversas disciplinas. Antecedentes Rutas y Andares para Descubrir en Familia se nutre de la trayectoria de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana que, fundada en el año 1938 por Emilio Roig de Leuchsenring, ha manifestado desde sus inicios un marcado interés por la conservación y preservación del patrimonio histórico-cultural, además de concederle una gran importancia a la socialización y divulgación de los valores que atesora el Centro Histórico de la capital. Aquella primera etapa se caracterizó por una intensa lucha por la defensa del patrimonio, liderada por Roig en discursos desde diferentes escenarios políticos o con su prolífica pluma en revistas como Social, Carteles y Gráfico, así como en campañas contra la demolición de importantes edificaciones, en proyectos de rescate de inmuebles y monumentos, y en la recuperación de tradiciones. Tras la muerte de Roig de Leuchsenring, el 8 de agosto de 1964, comenzó otra etapa de trabajo, liderada por su discípulo Eusebio Leal Spengler. La apertura en 1967 de las primeras salas del Museo de la Ciudad fue uno de los momentos más significativos de un período que involucró a la Oficina en la compilación de documentos y colecciones que hoy la prestigian.
El interés de la institución por socializar el patrimonio cobró mayor auge cuando Leal y su pequeño equipo se dieron a la tarea de exhibir algunas piezas
museables en centros laborales y campamentos de macheteros, con el propósito de incentivar la visita a los museos. Ciclos de conferencias impartidos por el Historiador de La Habana, en el Museo de la Ciudad, se sumaron a otras acciones emprendidas en aras de promover el patrimonio. Famosos son los recorridos por el Centro Histórico que, guiados por el propio Leal, atrajeron a un gran número de visitantes, al punto de que ante la afluencia de público hubo que trasladarlos al Anfiteatro de la Avenida del Puerto, con mayor capacidad y muy cercano al Museo. Del interés por esta iniciativa derivó en la década del 80 del siglo XX la creación del programa televisivo Andar La Habana que, con la conducción de Eusebio Leal, devino parte importante de la memoria audiovisual de la ciudad. Desde entonces temas históricos, arquitectónicos, sociales y culturales, entre otros, han revelado, cada semana, el acontecer del Centro Histórico a cientos de espectadores que se suman a estas emisiones. En las décadas siguientes la ciudad antigua se volcó con más fuerza al rescate de sus valores identitarios; y comprometida en un empeño de desarrollo cultural con la comunidad que habita en La Habana Vieja, la Oficina le concedió una especial atención a la gestión cultural dentro del proceso de revitalización integral que desde 1993 – cuando se le otorgaron prerrogativas legales para operar en el área – se lleva a cabo con más intensidad. En este entorno, la Oficina del Historiador, rectora de la labor de protección, conservación y restauración del patrimonio histórico-cultural de la zona, ha devenido un complejo multifuncional que pondera al museo como una de sus más atractivas propuestas. Lograr una proyección cultural diversa y de calidad, capaz de comunicar la propuesta museológica y museográfica desde las amplias posibilidades que brinda cada museo, y acercar a públicos reales y potenciales, aparecen entre los principales propósitos de esta institución.
Varios son los programas de carácter sociocultural desarrollados por la Oficina, con una vasta red patrimonial de más de 50 museos y centros culturales, aglutinados en la Dirección de Patrimonio Cultural, que tiene la misión de contribuir al conocimiento de la historia y la cultura cubanas, mediante la preservación de los símbolos y expresiones materiales y espirituales de la nacionalidad.
Hasta el año 2001 los principales proyectos socioculturales de apropiación del patrimonio estaban vinculados con los considerados sectores vulnerables: niños y ancianos. Pero la institución necesitaba una estrategia que propiciara el acercamiento de la familia al patrimonio cultural. De ahí que surgiera Rutas y Andares para Descubrir en Familia, un programa que responde al marcado interés institucional por ofrecer un producto diversificado y orientado a satisfacer las necesidades de segmentos heterogéneos. De la teoría a la práctica Rutas y Andares para Descubrir en Familia se basa en las nuevas concepciones sobre las colecciones museales y los bienes patrimoniales, que privilegian la tendencia de insertar el museo y su público desde una interrelación pluralista y dinámica en su área sociocultural de acción. Eslabón entre la cultura local y el visitante, el museo actual es considerado como un punto obligado de referencia sociocultural dentro de su contexto y ubicado no solo en función de las grandes avalanchas turísticas, sino de la población misma. Estas instituciones se revelan como un modelo de experimentación sociológica, o sea, un lugar de reconocimiento individual y social, donde confluyen varias disciplinas científicas, en aras de comunicar su gestión dentro y fuera de la institución a los diferentes sectores de público. La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana se ha adentrado en estos caminos para favorecer el intercambio entre gestores culturales y públicos, a partir de hechos culturales extensibles –y aprehensibles- a todos los grupos y estratos sociales del país. Sin perder de vista la multiplicidad de formas que reviste la gestión cultural y la pluralidad de intereses de los visitantes, a lo largo del tiempo y en el contexto actual, la institución estimula el diseño de estrategias e iniciativas basadas en instrumentos conceptuales de esta índole.
De tal suerte surge Rutas y Andares para Descubrir en Familia, un programa público que evidencia la imprescindible imbricación del producto cultural y su público en la creación de una estrategia que ha alcanzado altos niveles de participación. Basada en los estudios latinoamericanos de consumo cultural, esta experiencia, nacida por y para la cultura, responde a presupuestos
teóricos defendidos por Jesús Martín Barbero, a la vez que se inserta en estudios contemporáneos de recepción. Rutas y Andares toma como punto de partida los conceptos antes mencionados y concede a la familia la capacidad de producir sentido y realizar lecturas polisémicas, desde su propio bagaje cultural. La cultura funciona como la gran mediadora del proceso de producción comunicativo que se establece entre el museo, el entorno patrimonial y la familia. Tales grupos se insertan en una dinámica cultural que se erige como el espacio donde ellos negocian el papel de unos y otros. Entendiendo al receptor de la comunicación como un ente activo y productor de sentido, Rutas y Andares se afilia al paradigma de la recepción activa, a la vez que se nutre de los enfoques actuales de la gestión cultural sobre la interpretación del patrimonio. Con énfasis en el carácter negociado y transaccional de la actividad comunicativa, el programa preconiza la interrelación de los guías y familias, así como de los participantes con el entorno. Este proyecto otorga la posibilidad de que su público aporte sugerencias para su diseño, lo que refleja el diálogo entre organizadores y destinatarios. Por una parte, la institución ofrece una multiplicidad de mensajes, y por otra, la familia selecciona, determina y se apropia de ellos según sus experiencias cognitivas. Rutas y Andares además de abrir las puertas de La Habana Vieja a la familia cubana, ha conectado a unos y a otros en una experiencia que involucra a todos los componentes del Centro Histórico. Públicos externos e internos interactúan en una iniciativa que confirman la idea de que el museo, además de conservar e investigar, ha de comunicar desde una concepción contemporánea. La institución necesita ser pensada como un espacio de construcción de ciudadanía, un lugar de encuentro e intercambio, de socialización y negociación de identidades.
De ahí, que además de basarse en los estudios contemporáneos de consumo cultural y su relación con los estudios de público en las instituciones culturales de la Oficina del Historiador, Rutas y Andares se detiene en las
visiones teóricas acerca del carácter democrático de la comunicación social, así como en los enfoques relacionados con el modelo de planeación estratégica de comunicación, si tenemos en cuenta que además de ser un programa público responde a los elementos conceptuales de una estrategia de comunicación participativa. Uno de los méritos que distingue desde sus inicios al proyecto de verano es la integración de un equipo interdisciplinario (investigadores socioculturales, comunicadores, promotores culturales, museólogos, historiadores, arquitectos y guías) en sus diferentes etapas de trabajo, desde la concepción, planificación y organización hasta su puesta en práctica y evaluación. Como parte de este enfoque de gestión integral del patrimonio, el departamento de Investigación Sociocultural y Programas Educativos ha asumido la responsabilidad de liderar la investigación sobre el proyecto, desde el año 2001 hasta la actualidad. Tales estudios sirven de punto de partida para el diseño de cada edición del programa, que bebe de los resultados de la investigación y se retroalimenta de las opiniones de los participantes recogidas en encuestas, entrevistas y grupos de discusión. Investigar para comunicar Precedido por varios estudios socioculturales en el Centro Histórico y avalado por el Estudio sobre el impacto de la gestión sociocultural del sistema de casas museos, que diagnosticó el nivel de conocimiento que tenía la población sobre los museos del Centro Histórico de la ciudad de La Habana, el programa de verano se experimentó en el año 2001 e incluyó inicialmente visitas libres a museos agrupados en diferentes rutas, según temáticas relacionadas con sus colecciones.
La aceptación de esta primera experiencia y la sugerencia de los propios participantes de incluir recorridos especializados, condujo a la inclusión de esta modalidad en el programa, que recibió finalmente el nombre de Rutas y Andares para Descubrir en Familia. El programa, dirigido a la familia cubana y, especialmente a la habanera, tiene como premisas la interactividad con el
público y la conectividad entre los distintos componentes de la red museal de la Oficina del Historiador, que alcanza ya más de cincuenta museos y centros culturales. Desde un inicio su objetivo principal ha sido el de contribuir al acercamiento de la familia cubana, especialmente la habanera, a la riqueza patrimonial e histórica atesorada en el Centro Histórico de La Habana Vieja. Asimismo, se ha propuesto contribuir a la interconexión entre los distintos componentes de la red museal de la Oficina del Historiador y las realidades prácticas nacidas del proceso de rehabilitación integral que se lleva a cabo en la zona; a la vez que desarrollar una estrategia de comunicación participativa que favorezca al acercamiento de la familia cubana, especialmente la habanera, al proyecto de revitalización integral que se desarrolla en La Habana Vieja. Pero sin duda, los estudios de públicos, realizados por el Departamento de Investigación Sociocultural y Programas Educativos de la Dirección de Gestión Cultural de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad, han contribuido al éxito de este programa. A lo largo de estos años se ha realizado una investigación con el objetivo de definir el perfil sociodemográfico de los visitantes y evaluar en ellos el impacto de la propuesta cultural. Este estudio, más que ofrecer un resultado de interés sobre el proyecto en cada edición, ha devenido un proceso significativo para articular la dinámica entre la institución y sus públicos. En este sentido ha marcado pautas para el continuo rediseño de las diferentes ediciones del proyecto, a partir de la consideración en primer orden de los criterios de los participantes, quienes devienen protagonistas de cada propuesta cultural.
La investigación, además, ha revelado aspectos de interés para la valoración de esta experiencia desde los enfoques contemporáneos en la gestión cultural, específicamente en relación con la interpretación del patrimonio. Se trata de un proyecto sui géneris en el país, centrado en una propuesta interactiva que favorece un espacio de diálogo entre gestores y público participante. Esta opción cultural ha logrado movilizar de forma sistemática a diferentes segmentos de público y estimular en ellos el interés por el conocimiento y la preservación del patrimonio cultural de la nación; a la vez que ha resultado una
opción muy atractiva para el disfrute y recreación de los grupos familiares y de amigos que asisten cada verano. La didáctica museal. Laberinto lúdico hasta el museo (rutas) A partir del conocimiento de la red de museos de la Oficina del Historiador y sus perfiles temáticos, surgieron las Rutas como variante lúdica que apela a la visita a museos agrupados por las temáticas de sus colecciones, la ubicación en el entorno urbano y otras características comunes. Las rutas trazadas adoptaron, además de la visita libre, las exposiciones permanentes o transitorias como formas de comunicación con los visitantes, quienes pueden hacer el recorrido libremente cualquier día del verano. Con esta modalidad, el programa intenta despojar a los visitantes de la fría impresión que sugiere un museo detenido en el tiempo e inaccesible, al que usualmente se acude convocado por centros laborales o de estudio, a la vez que facilitar el acceso diáfano a los museos en un ambiente de intercambio intra e inter familiar, para así multiplicar las posibilidades de alcanzar mayor calidad en la visita. La mera contemplación de los objetos no fue suficiente para muchos de los participantes que demandaron una mayor información. En el año 2004, a petición de las familias, las rutas incorporaron los guías de museos para quienes deseaban hacer la visita acompañados de una explicación más especializada (65 % de las familias participantes). Un año después, esta modalidad conectó a varias instituciones en recorridos guiados que van de museos en museos, en una suerte de peregrinar por colecciones con determinados puntos de contacto.
El museo además de tener en cuenta la presentación de los objetos para lograr una mayor relación con su visitante, encuentra en la inserción en las rutas una alternativa que complementa la relación íntima con la pieza exhibida. Las generalidades y singularidades de las distintas colecciones se enlazan unas y otras en una experiencia que permite al visitante establecer puentes entre instituciones que tienen elementos comunes, lo mismo en sus perfiles temáticos que en la ubicación en el entorno. Es esta una invitación a absorber
del espacio físico todo lo que sea posible visitar, en un intento de que la familia cree sus propios itinerarios para el desempeño de posteriores roles, ya sea de anfitrión o como guía de otros parientes y amigos. Una nueva lectura de la ciudad (andares) La aceptación que tuvo la primera edición de Rutas para Descubrir en Familia impuso nuevos retos. No se trataba solo de propiciar la visita a los museos agrupados a partir de un elemento común vinculado con las temáticas, colecciones o ubicación en el Centro Histórico, sino que había que superar las expectativas de las familias ávidas por conocer el entorno. A partir de 2002 y hasta la actualidad, el programa se enriqueció con la incorporación de andares o recorridos temáticos, sugeridos por la investigación realizada con los participantes en el proyecto. De ese modo, cada año la Oficina del Historiador oferta nuevas Rutas y Andares para Descubrir en Familia, iniciativa que brinda la posibilidad de optar por una u otra modalidad para la visita o la realización de ambas. La modalidad de andares potencia la visita de recorrido como una acción comunicativa, que acude a la interacción con un guía especializado. El reto consiste en traspasar la barrera de una visita dirigida, en la que el visitante es simple espectador acrítico, frente a una avalancha de erudita información. Se trata de convertir este espacio en diálogo abierto que favorezca la oportunidad de intercambio entre los estudiosos del tema y un público ávido de conocer, comentar y aclarar incógnitas. De esta manera, varios de los encuentros veraniegos como los relacionados con la arqueología han contribuido a la creación de un público habitual de espacios fijos convocados durante el resto del año por las distintas instituciones culturales.
La profesionalidad, experiencia y habilidad comunicativa de los guías, entre los que aparecen museólogos, historiadores, arqueólogos, arquitectos, restauradores, intelectuales, artistas y científicos, por solo mencionar algunos, se revelan como rasgos significativos que marcan el éxito del proyecto. Ciertas dosis de teatralidad connotan a esta experiencia de carácter interactivo, pues en una suerte de puesta en escena las familias, ataviadas cual constructores o
arqueólogos, se involucran con los protagonistas de la restauración en sitios de excavación arqueológica u otros en construcción. Para los más pequeños este “andar con cascos” no es más que una parte del gran juego que para ellos significan las Rutas y Andares. La experiencia propicia también la diferenciación de los recorridos para adultos y los dirigidos a los niños, quienes requieren de la dedicación y adecuación del discurso por parte de los guías. La comunicación con los más pequeños se establece mediante la conjugación de la visita con concursos de pintura, conciertos didácticos y exposiciones interactivas, entre otras propuestas. El andar por los espacios del Centro Histórico, modalidad integradora de las distintas partes de la ciudad museo, favorece el reconocimiento de los valores artísticos y patrimoniales que estos sitios encierran, a la vez que propicia el acercamiento al proceso de restauración de estos bienes y a la gigantesca obra social y cultural que se desarrolla en esta parte de la ciudad. Desde una perspectiva diferente y atractiva, la familia descubre una mirada nueva sobre aquellos lugares de tránsito cotidiano y se estimula su compromiso con la preservación del entorno. Las últimas ediciones del programa desbordaron el Centro Histórico y el proyecto salió de estos límites. Se incorporaron recorridos por el Barrio Chino, la Casa del Vedado, el Cementerio de Colón, y la Casa de las Américas, una institución insigne que se incorporó en el año 2009 con una visita por sus espacios. De tal forma, Rutas y Andares va dejando de ser un proyecto circunscrito solo a la zona histórica para ir invadiendo con sus propuestas a otras áreas de la ciudad. Premios a la travesía
A la tradicional visita al museo y al entorno, Rutas y Andares adiciona otros componentes emocionales y lúdicos, en un intento de involucrar a las familias en un gran juego. El establecimiento de diferentes metas incentiva a los participantes a realizar un mayor número de visitas y recorridos previstos en pos de alcanzar los premios correspondientes a cada uno de los escalones
establecidos. La combinación de metas e incentivos, identificada como “sistema de premios”, convierte al proyecto en un espacio donde se legitiman los deseos de individuos y grupos de alcanzar ciertos reconocimientos. El cuidado en la concepción de los premios, acordes con la proyección sociocultural de la Oficina del Historiador, remite a sus acreedores al continuo proceso de creación de bienes culturales que se lleva a cabo en La Habana Vieja. Los ganadores tienen la posibilidad de llevarse consigo fragmentos de la memoria de una ciudad histórica, ya sea recogida en un libro, impresa en un grabado o eclipsada en una imagen. Pero más allá del soporte material, estos premios conducen a otras zonas de goce espiritual que valorizan el hacer cultural cotidiano al otorgarle a las familias la posibilidad de disfrutar de un concierto de primer nivel en una prestigiosa sala como la Basílica Menor de San Francisco de Asís, ver desfilar en una pasarela las colecciones etnográficas de los museos en la zona, tener el privilegio de visitar antes de su apertura una casa ambientada en pleno proceso de montaje museográfico o conocer de cerca la rehabilitación arquitectónica de un inmueble. La edición de 2005 concedió al programa una suerte de continuidad, al captar a las familias ganadoras del Premio Mayor como un público real de las opciones desarrolladas durante todo el año en los museos y centros culturales de la Oficina del Historiador. Gracias a esta iniciativa y como parte de la personalización del proyecto, la institución puede conocer las necesidades e intereses culturales de las familias que durante todo un año tienen acceso libre y gratuito a los museos de la zona. Distinguido con la condición de Familias Rutas y Andares, este segmento recibe una atención permanente por parte de la institución que ha trazado acciones comunicativas marcadas por el intercambio directo de los promotores, encargados de proveerlos de información y convidarlos al consumo de los productos culturales de su preferencia. Comunicar el patrimonio
Diseñado para una amplia red de museos, el programa enfrentaba en sus inicios los retos de la convocatoria, la necesidad de redescubrirse diferente
cada vez y lograr la integración e implicación de los diversos componentes de la institución en su conjunto. De ahí que la iniciativa se insertara en el proyecto sociocultural de la Oficina del Historiador no solo como un programa público sino también como una estrategia de comunicación en sí misma, que unificó las acciones dirigidas a los medios tradicionales de prensa y otras de difusión educativa y cultural, a partir de la planeación o planificación que supone una política de comunicación participativa. La idea era involucrar a la familia cubana, especialmente a la habanera, y a los especialistas de la institución en un proyecto común que ofreciera una visión integral de la zona. Interacción y conectividad entre las distintas partes se convirtieron en dos palabras claves en la concepción de Rutas y Andares como una iniciativa nada alejada de la planificación estratégica en términos de comunicación. Conscientemente insertamos la práctica comunicativa en la gestión de la institución museal, y más allá de los modelos unidireccionales y persuasivos tuvimos en cuenta los democráticos y participativos, en los cuales el hombre se niega a seguir siendo un receptor pasivo y exige el derecho de participar, el derecho a la comunicación, vista como la interrelación entre emisores y receptores, con roles intercambiables. Visitas y recorridos han privilegiado desde un inicio las relaciones entre los actores sociales y comunicadores, a la vez que han reconocido a los destinatarios como gestores de los propios procesos comunicativos. En un mismo escenario se funden exposiciones, conciertos, funciones teatrales y actividades infantiles, entre otras propuestas que constituyen en sí mismas acciones comunicativas, pero que en muchas ocasiones no son incorporadas conscientemente a la estrategia comunicacional de los museos.
Rutas y Andares pondera al museo como un medio de comunicación desde donde se trazan acciones que propician el acercamiento de la familia a las instituciones y el entorno patrimonial. Estas comienzan desde el mismo momento en que los diferentes medios de prensa se hacen eco del proyecto, la ciudad se inunda de una gráfica distintiva y los promotores tocan las puertas de la comunidad para convidar “cara a cara” al disfrute en familia de una opción de turismo cultural. Una vez captados por los mensajes mediáticos o por la
recomendación de quienes ya han caminado por esta estrategia, los visitantes se insertan en un juego que se inicia cuando adquieren los tickets de Rutas y Andares. Luego de optar por una u otra modalidad e incentivadas por un sistema de premios, las familias asumen diferentes roles dentro de un proceso comunicativo que favorece la apropiación simbólica de un espacio resignificado en cada sugerencia temática de Rutas y Andares, experiencia renovadora en el ámbito del trabajo de los museos. Más allá de las propias visitas y recorridos como acciones comunicativas, el proyecto asume otras vías de comunicación que van desde los medios de prensa, pasando por la promoción en la comunidad, hasta las redes electrónicas. Así nos enfrentamos a una estrategia de medios aparejada a la gran estrategia comunicativa que resultan las Rutas y Andares. Sobre este tema la investigación que acompaña al proyecto ha arrojado resultados de sumo interés para los organizadores, como el dato que da fe de la importancia de las vías formales de comunicación, pues los medios masivos se han mantenido por encima del 60 % de visibilidad, y entre ellos la televisión ha sido el más relevante. Sin embargo, tienen también un papel importante las vías de comunicación no formales que se han comportado por encima del 30%, lo cual revela la trascendencia y el prestigio alcanzados por esta opción en el circuito cultural de la ciudad, pues se trata de canales de comunicación que se estructuran a partir de la recomendación personal entre amigos, familiares y compañeros de trabajo, entre otros. Otro aspecto a destacar como parte de la estrategia de comunicación que acompaña a este proyecto es el Centro de Información Cultural (Oficios núm. 8 entre Obispo y Obrapía), perteneciente a la Dirección de Gestión Cultural, que ha asumido un rol decisivo en la atención personalizada a los diferentes públicos que asisten a las variadas propuestas culturales. Su trabajo sistemático y de gran profesionalidad se reconoce como un rasgo distintivo de Rutas y Andares y ha contribuido a su notoriedad en la ciudad.
Es el Centro de Información Cultural uno de los proyectos que ha derivado de este programa público, pues gracias a la experimentación en Rutas y
Andares, sus servicios se han ampliado y diversificado durante todo el año desde el mes de febrero de 2010. Inaugurado también gracias a la ayuda de la Agencia Suiza para la Cooperación y Desarrollo (COSUDE), el Centro intenta satisfacer, a partir de la comunicación personal, las necesidades informativas de aquellos públicos que transitan a diario por la zona, así como de otros segmentos con los que trabajamos habitualmente. El público de la experiencia Si algo ha caracterizado al programa de verano es la afluencia creciente de público, amén de que en los últimos años la cifra ha superado los 10 000 visitantes. Los estudios revelan que predomina el sexo femenino, y las edades han experimentado una ligera fluctuación en el transcurso de los años. En este último aspecto, el público de más edad, a partir de los 40 años, ha aumentado, por lo que institucionalmente se trabaja en la búsqueda de iniciativas que atraigan públicos más jóvenes al proyecto. Otros datos confirman la heterogeneidad del público que en la mayoría de los casos viene acompañado de familiares, aunque también llaman la atención los grupos de amigos que se han sumado a la experiencia. La mayoría de los visitantes ostentan el nivel universitario de escolaridad, y en el transcurso del tiempo el proyecto ha tenido un alcance geográfico mayor, pues a los habitantes de La Habana Vieja se han sumado otros de municipios habaneros, sobre todo, familias de Plaza de la Revolución, Playa, 10 de Octubre y Cerro. También acuden visitantes de otras provincias del país como La Habana (hoy dividida en Artemisa y Mayabeque), Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Santiago de Cuba. Algo que debemos destacar es el porciento de repitencia de Rutas y Andares para Descubrir en Familia que se ha incrementado a lo largo del tiempo al punto de que un 50 % de los visitantes vuelven cada año para participar en el proyecto.
Además de las familias, otros segmentos han tomado parte de la experiencia que involucra tanto a públicos externos como a internos de la institución. Tal afirmación responde a uno de los objetivos del proyecto que trata de conectar a los diferentes componentes de la Oficina del Historiador, en un intento de
promocionar al Centro Histórico como una ciudad museo donde convergen las funciones de restauración, museológica, sociocultural y turística. Rutas y Andares se propuso en un inicio convertir a los públicos internos de la organización en promotores de la experiencia. Propiciarles información, mantenerlos al tanto de cuanto acontece en el verano, ha permitido involucrarlos no solo como especialistas y trabajadores de la zona, sino también como públicos de la iniciativa. Muchos de los integrantes de las familias laboran en el entorno e, incluso, varios de ellos han conocido de la experiencia gracias a la labor de divulgación de este personal. Este primer objetivo resultó ser el impulsor de un logro mayor, pues al pasar los años el programa ha propiciado la interacción entre las diferentes partes de la institución y el conocimiento integral de la gestión de la Oficina. Al principio de la iniciativa, las familias asociaban la parte antigua de la ciudad fundamentalmente a la restauración arquitectónica, sin embargo en la actualidad los encuestados aluden a otras funciones y se refieren al Centro Histórico como un todo. A esta visión integral ha contribuido también el hecho de incluir temáticas que van desde la proyección sociocultural de los museos, pasando por la historia de la ciudad, hasta el modelo actual de gestión de la Oficina. Historiadores. Museólogos, arqueólogos, arquitectos, proyectistas, comunicadores, investigadores y promotores culturales, entre otros, se han sumado a la estrategia no solo como guías de los recorridos, sino también como enlaces entre la institución y sus públicos. Así, se han revelado coordinadores de sus andares y promotores de la experiencia entre sus colegas. Desde el prisma de sus profesiones han aportado información valiosa que le ha otorgado al programa el valor de la especialización temática. La experiencia de muchos de ellos en la organización de recorridos y en el recibimiento de visitantes ilustres, han conformado una rica tradición institucional de la cual esta iniciativa se nutre.
Dentro de la comunicación al interior de la institución la implicación directa del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, con su liderazgo y dotes de comunicador, ha incidido en que cada uno de los especialistas o trabajadores
se sienta parte del proyecto y continuadores de una historia institucional que recuerda entre sus momentos trascendentales los recorridos encabezados por este prestigiosos intelectual en la década del 70. Gracias al proyecto muchos trabajadores de la Oficina han conocido sobre la compleja estructura de la organización y han fortalecido su sentido de pertenencia a la institución rectora y a la zona donde laboran. En este caso se encuentran también las veladoras y guías de museos que, implicados directamente en el proyecto, se erigen como voceros de las diferentes colecciones atesoradas en la red patrimonial del Centro Histórico. En su interés por captar nuevos públicos, a partir del año 2008 Rutas y Andares incluyó el servicio de interpretación para personas sordas en varias de las visitas y recorridos, gracias al apoyo del proyecto Cultura entre las manos, organizado por la emisora Habana Radio, de la propia Oficina del Historiador. Intérpretes y guías de museos escogieron las rutas y andares que propiciaran un mayor goce visual y se prepararon con anterioridad para ofrecer este servicio a la comunidad de sordos. Desde entonces más de trescientas personas sordas han interactuado con el resto de las familias y guías en un proceso inclusivo e enriquecedor tanto para el museo como para este segmento. Once años después Rutas y Andares se revela como una experiencia exitosa, avalada con el tercer reconocimiento del Premio Iberoamericano de Educación y Museos en el año 2010, una iniciativa intergubernamental vinculada con la Secretaría General Iberoamericana, que cuenta con el apoyo de la Organización de los Estados Iberoamericanos, el Instituto Brasileño de Museos y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Públicos diversos han respondido a esta convocatoria que comenzó en el año 2001 y hoy se ha convertido en una verdadera opción de turismo cultural para la familia cubana. El hecho de que sean los visitantes los principales protagonistas de la iniciativa y que sus sugerencias y opiniones sirvan de punto
de partida para cada edición del programa de verano, habla de la dinámica relación que se establece entre la institución y su público. Rutas y Andares articula el conocimiento de los diferentes especialistas, la comunicación y la investigación científica, en una misma experiencia que además ha facilitado la conexión de todas las entidades de la Oficina del Historiador (Dirección de Patrimonio Cultural, direcciones de Arquitectura y Proyectos, Plan Maestro de Revitalización Integral, compañía turística Habaguanex S.A., medios de comunicación propios como la emisora Habana Radio, la revista Opus Habana, el tabloide Programa Cultural, las páginas web de la institución, entre otras entidades), que se involucran de una forma u otra en el proyecto, ya sea como gestores, guías, organizadores, proveedores, comunicadores, etc. Además, ha favorecido la creación de redes sociales como la que agrupa a las familias ganadoras del Premio Mayor del proyecto, con una atención diferenciada por parte de la Oficina del Historiador a partir de la entrega de invitaciones, actualización de la información cultural que se gesta en la institución, seguimiento de sus preferencias, entre otras acciones. De ahí que trascienda como un espacio de socialización de los grupos que participan y se re-encuentran durante el verano. Cada edición significa un reto pues la institución debe apelar a la iniciativa y talento de sus especialistas para proponer temáticas novedosas que atraigan a las familias, y sobre todo, a aquellas que repiten año tras año. Para ello Rutas y Andares ha favorecido también la participación de múltiples actores, incluso más allá de las fronteras del Centro Histórico, entre los que se cuentan artistas plásticos de reconocimiento como Pedro Pablo Oliva, Nelson Domínguez y el grupo de ceramistas de Terracota 4; intelectuales y escritores de gran valía como Reynaldo González y Nancy Morejón, premios nacionales de literatura, y la investigadora Ana Cairo; e incluso instituciones de prestigio como la Casa de las Américas.
En el camino aún quedan obstáculos por vencer, sin embargo, cada edición devuelve una experiencia trascendente. A la vuelta de once años es capaz de reconocer entre sus mayores fortalezas el esfuerzo sistemático de un colectivo
profesional comprometido con el desarrollo humano, desde la apropiación de la cultura y sus valores más preciados.

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