Roberto Vitlloch: “Sancti Spíritus es un universo de diferentes testimonios”

14 de marzo de 2019

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Elaine Caballero

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Cuba, Cultura, Patrimonio, Sancti Spíritus, XIII Simposio Internacional Desafíos en el Manejo y Gestión de Ciudades Patrimoniales

 

 

¿Ante qué nuevos retos se sitúan las ciudades patrimoniales cubanas? No se trata solo de proteger, salvaguardar, conservar o restaurar. Es el primer deber y se ha cumplido a través de la historia.

En los tiempos actuales, cuando la tecnología cada vez más se adueña de la vida social y personal, existe un desafío imperante en materia de restauración y conservación: lograr la responsabilidad ciudadana, tema central del XIII Simposio Internacional Desafíos en el Manejo y Gestión de Ciudades Patrimoniales, realizado en Camagüey, en el mes de febrero.

No hablamos de una tarea fácil, de las que se resuelve con un simple chasquido en los dedos. Requiere entrega y sacrificio. Crear conciencia en los habitantes de un centro histórico es una prioridad por disímiles razones: los museos, bibliotecas y espacios culturales tienen como finalidad acercar al hombre con la historia, y aun más si este vive en un sitio de valor patrimonial.

Por esos caminos andan las ciudades de Camagüey, Santiago de Cuba, Baracoa, Trinidad, Remedios, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Matanzas, La Habana y Bayamo.

Por ejemplo, en la tierra de Ignacio Agramonte se realiza la campaña de bien público Ciudad que vivo, ciudad que soy, con resultados positivos: se ha logrado una conciencia colectiva encaminada a preservar “lo suyo” (que es también lo nuestro).

 

 

De igual forma en Sancti Spíritus –asegura Roberto Vitlloch, Conservador de la urbe– se desarrollan “una serie de trabajos en la comunidad, sobre todo con los trabajadores por cuenta propia y la población en general, para conseguir el cumplimiento de las regulaciones urbanas y sensibilizar a los ciudadanos con los valores patrimoniales de los espacios donde viven y trabajan”.

“Y por supuesto –aclara– las acciones también van encaminadas a darles una especie de adiestramiento, en cómo conducir este tipo de patrimonio cultural, lo cual está referido, fundamentalmente, a la conservación de los techos, fachadas, además de otros elementos de la arquitectura como las rejas, la carpintería, la pintura mural que existe en muchas de nuestras casas”.

Vale aclarar que la Oficina del Conservador de Sancti Spíritus actualmente se encuentra en creación. No obstante, las líneas de trabajo ya están trazadas.

La intención –especifica Vitlloch– es proteger también “la arquitectura de los años 50, 60 y la anterior del eclecticismo, la parte republicana y lo que se llamó la arquitectura del merengue, porque era todo decorado en yeso. Muchas personas tratan de eliminarla y nosotros tratamos de conservarla porque dejó una impronta”.

A grandes rasgos son las grandes tareas, confiesa, y asegura asimismo que tienen pensado “un programa de comunicación social con todos los sectores”. No será una acción inmediata, ya que requiere de estrategias sólidas para efectuarse. El propósito es potenciar las buenas prácticas en los ciudadanos para que disfruten al máximo su ciudad. “Tratamos de orientar en el mejor sentido”, expresa.

 

 

Cuando se funde la Oficina de Sancti Spíritus, la meta es lograr un programa cultural lo más inclusivo posible. “No es seleccionar solamente la cultura tradicional espirituana, o reverdecer este tipo de actividad, sino también trabajar en el por qué debemos conservar los patios y portales interiores, o mantener un tipo de planta característica de la arquitectura cubana. Nunca está demás insistir en esos aspectos”, añade Vitlloch.

Con respecto al impacto de los trabajadores por cuenta propia, asunto que debe seguirse muy de cerca, reconoce: “En sentido general es positiva, pero requiere de un ordenamiento. ¿A qué me refiero? A que la actividad no se convierta en un impedimento para la organización de la imagen urbana”.

Cada ciudad posee condiciones que la distinguen de manera exclusiva. En Sancti Spíritus son muchas las historias sobre el nacimiento de la guayabera en las orillas del río Yayabo, donde se ubica el puente de igual nombre, Monumento Nacional, de gran esplendor dentro del panorama citadino.

“En el contexto insular es conocida como la cuarta villa, no por orden de aparición, sino porque tiene un trazado urbano muy específico”, aclara el Conservador.

 

 

“Voy hacer una comparación en el mejor sentido –explica–; con Camagüey tenemos muchos puntos de contacto, en cuanto a las dimensiones y largos de las calles, pero existen diferencias. Es el mismo esquema, sin embargo la ciudad no es tan recta. Su estructura también es en forma de plato roto, pero nos diferencia que estamos en las márgenes de un río, lo cual da una serie de composiciones con un paisaje novedoso”.

Otra de las singularidades en la tierra de los yayaberos, como son conocidos a los oriundos de esa región, está dado por su vasta tradición musical, traducida en disímiles agrupaciones de trova, tríos y coros de clave. Por otra parte, en materia urbanística presentan “una superposición de capas en su tejido de edificios”, sentencia el también arquitecto.

En Cuba estamos hechos de música y poesía. Así lo ha demostrado Sancti Spíritus a través de la historia, dando vida a las más bellas tonadas y melodías.