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Ya es hora de rectificar

5 de julio de 2021

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¡Qué decir de un gobierno de una potencia mundial que acuse impúdicamente de «trata de personas» a una nación pequeña que forma médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud y los envía solidariamente a naciones que necesitan sus servicios, principalmente del Tercer Mundo, allí donde los ricos solo acuden a explotar y saquear recursos!
!Qué manera más vulgar y deshonesta de crear matrices de noticias falsas, con el solo propósito de aplicar medidas coercitivas contra poblaciones enteras, más cuando estos actos se realizan en medio de la pandemia de la COVID-19!
Que tengamos diferencias, es lógico. También que pensemos y actuemos de manera diametralmente opuesta cuando se trata del modelo de país, la inclusión de los más desfavorecidos en cada proyecto y plan que nos trazamos. O simplemente porque somos ajenos al egoísmo, la avaricia y el enriquecimiento, que es bandera del modelo capitalista, neoliberal, imperialista.
Allí, en aquella sociedad opulenta, la solidaridad es un eufemismo o más bien, una práctica desconocida. Allí el valor de la persona lo determina el dinero.
En Estados Unidos, las agendas de los mandatarios elegidos entre dos grupos —demócratas y republicanos—, están llenas de componendas para aplicar sanciones contra quienes no se sometan a sus designios.
También se utiliza mucho tiempo y recursos en concebir guerras para conquistar territorios principalmente ricos en petróleo, gas u otro mineral.
En los últimos años se vio lo increíble, lo que nadie esperaba: un presidente, el republicano Donald Trump, inspiró y organizó el asalto al Capitolio, en Washington, como manera «muy democrática» de no aceptar el resultado electoral que lo daba perdedor ante su rival y actual mandatario Joe Biden.
Ocurren a diario muertes de afro-norteamericanos y latinos como parte de una forma muy peculiar de «respetar» los derechos humanos.
Miles de niños inmigrantes son separados de sus padres y encerrados como animales en una frontera que se debate entre «cierre total» con un muro trumpista y juego político donde los rehenes son empobrecidos ciudadanos centroamericanos.
Pero, en relación con el presidente Biden y su equipo —al menos durante la campaña electoral—, hasta me animé a pensar que «muy pronto» de verían cambios en relación con su política respecto a Cuba.
Había muchos elementos a favor de que eso fuera así. Por ejemplo, el desastre político dejado por Trump y su equipo, no solo con el endurecimiento del criminal bloqueo, sino con la puesta en práctica de otras 240 medidas económicas y comerciales contra la Isla, todas fabricadas de la manera más burda y criminal.
Coincidí con analistas, del patio y foráneos, en que Biden, con una línea que pudiera haber sido seguidora de la de Barak Obama, apostaría por el diálogo y no por las sanciones, más cuando el actual mandatario asumió la presidencia cuando ya la epidemia de la COVID -19 era una realidad y la única forma de hacerle frente es con la solidaridad, el trabajo de conjunto, la unión de inteligencias científicas y de tecnologías para elaborar fármacos de manera urgente y asequibles a todos.
El nuevo mandatario y su equipo saben muy bien del aval de Cuba en el tema de la salud, de la solidaridad con los más desvalidos, de brindar ayuda desinteresada y de calidad, allí donde más falta haga, sin importar la afiliación política o religiosa de quienes la reciben.
Sabe muy bien la actual administración estadounidense de lo criminal que es el haber apostado por la fractura entre familias cubanas que viven a ambos países. De que se mantengan suspendidas las remesas familiares. Que se prohíba a ciudadanos estadounidenses viajar a la Isla que está a solo 90 millas, disfrutar de su cultura, sus playas, de su pueblo hospitalario, culto y respetuoso.
¿Cómo puede ser posible que en pleno Siglo XXI el gobierno de la potencia más rica del mundo, se dedique a perseguir embarcaciones que puedan traer a Cuba el combustible necesario para la vida de sus habitantes?
¿Cómo entender que se persigan, sancionen y hasta intervengan, envíos de insumos vitales para el combate a la epidemia y de beneficio para la salud del pueblo cubano?
Confieso que me equivoqué, cuando pensé que a estas alturas ya Joe Biden habría, al menos, eliminado todos los criminales agregados de la administración Trump en la imposible tarea de doblegar a Cuba.
Pienso, incluso, que ha tenido tiempo para hacerlo, más cuando en la Asamblea General de la ONU, la actual administración se quedó sola una vez más y 184 países, incluyendo aliados de Washington, votaron porque el bloqueo se levante y se deje a Cuba vivir y construir su propio destino en paz.
Qué me haya equivocado en la apreciación inicial, no es óbice para pensar que una rectificación de esa política hostil, tendría mayoría de aceptación, no solo en la Cuba que espera por ella, sino en el pueblo de los Estados Unidos que hoy pudiera sentirse traicionado por promesas aún sin cumplir, sin razón alguna para no hacerlo.

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