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Y ahora… a jugar Golf

17 de abril de 2017

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El lugar se llama Palm Beach y está en una zona exclusiva en Florida, Estados Unidos.

Su inquilino la considera el mejor lugar del mundo para descansar luego de tomar decisiones polémicas.

Allí el magnate, ocupante de la Casa Blanca, Donald Trump fue a pasar el fin de semana luego de haber decidido lanzar sobre Afganistán a la “madre de todas las bombas”.

Con similar entusiasmo ordenó tres días antes que se arrojaran sobre una base aérea de Siria nada menos que 59 misiles Tomahawk.

De igual forma se motivó a enviar hacia los mares cercanos a Corea Democrática a un grupo aeronaval estadounidense, que incluye un súper transportador de aviones USS Carl Vinson, dos destructores de misiles guiados y un crucero de misiles guiados.

El presidente consideró que, luego de tales decisiones que han puesto en sumo peligro la paz mundial, se merecía un buen juego de golf en un lugar para unos conocido como “la Casa Blanca de invierno” y en el cual, en cada una de las siete oportunidades en que Trump ha ido a descansar desde el 20 de enero pasado, se pagan 4 millones de dólares solo por su seguridad.

Allí, mientras observa las veces que la pelotica entra en el hoyo para sumar un golf a su favor, olvida los estragos que pueden haber causado tanto los misiles en Siria como la “bomba madre” en tierra afgana.

Luego de conocer el impacto del artefacto lanzado desde un avión Hércules 130, cuyo peso es de 10 toneladas y está diseñado para destruir complejos de cuevas y túneles subterráneos, el gobernante explicó en su residencia de descanso, que los militares de su país “tienen carta blanca para actuar”.

La madre de todas las bombas se hizo caer sobre uno de los países más pobres del mundo, que hoy, luego de la invasión norteamericana en 2001, exhibe un nivel de pobreza extrema que afecta a un tercio de sus 32 millones de habitantes.

La esperanza de vida para los afganos no supera los 50 años; mientras que los desplazados internos a consecuencia de la guerra suman más de 650 000 de acuerdo con informes del año 2016.

El nivel de alfabetización para las mujeres afganas no supera el 32%, mientras que los hombres llegan al 61%.

Parece que el nuevo presidente ha olvidado que debido a la guerra y bombardeos realizados por la OTAN y Estados Unidos, solo el pasado año 2016 murieron 3 498 civiles y otros 7 920 resultaron heridos.

En Afganistán, tras 16 años de invasión, el movimiento talibán al que supuestamente se le iba a combatir hasta hacer desaparecer, goza de fuerza y se expande por todo el país, ahora también alimentado con los terroristas del llamado Estado Islámico, que se han instalado allí.

Las más de ocho toneladas de explosivos de alta potencia contenidos en la bomba GBU-43 Massive Ordnance Air Blast (MOAB) o madre de todas las bombas, podrán matar a terroristas y a civiles afganos, pero no al hambre y la miseria que impera en esa nación asiática.

Trump calificó la acción como “otra misión exitosa, estoy orgulloso de nuestros militares”.

Se trata en el caso sirio y el afgano, de dos acciones de gran envergadura que parecen querer marcar pauta en la conducta del nuevo mandatario.

La tercera acción, está en pleno desarrollo por cuanto la flotilla de modernos equipos aeronavales estadounidenses, que navega rumbo al Océano Pacífico cercano a las costas de Corea del Norte, puede convertirse en la peor aventura bélica del Pentágono y también en una conflagración de impredecibles consecuencias.

Esperamos que las partidas de golf de Donald Trump, le despejen la mente y lo hagan volver a la realidad, que no puede ser la de la guerra y el exhibicionismo de la más moderna tecnología para causar la muerte.

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