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Volver a Fidel

18 de marzo de 2016

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Al lado de la cuna de hierro donde nació Fidel Castro un 13 de agosto de 1926, un grupo de jóvenes, futuros periodistas, observan detenidamente y coinciden en preguntarse cómo cupo allí, aquel niño que vino al mundo con 12 libras de peso.
También lo imaginaron en el pupitre de la Escuela Rural Mixta No. 15, donde estuvo de alumno oyente entre los años 1930 y 1932 y que hoy, como todos los demás asientos, y el aula misma, constituyen un sitial histórico, parte de ese gran conglomerado donde está la casa de los Castro, el correo, el bar La Paloma, lo que fue una valla de gallos, la tienda de víveres y otros espacios que también dieron cobija a varias barracas de haitianos que formaban parte de quienes atendían y cultivaban las tierras propiedad de Ángel Castro.
Grandes algarrobos, cedros y otros árboles rodeados de un césped verde donde pastan algunos bueyes, chivos y carneros, hacen más acogedor un sitio cargado de leyenda.
En una mañana fresca y soleada de este marzo de 2016, acompañamos a más de 60 jóvenes estudiantes de periodismo y algunos profesores; así como periodistas locales, al encuentro con Fidel en Birán, su tierra natal. De esa forma quisimos homenajear a quien con sus 90 años por cumplir, sigue ejerciendo el periodismo al que siempre dedicó tiempo y espacio en su vida política y como estadista.
Había alumnos de Pinar del Río, Artemisa, La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey y Holguín. Todos mostraron su vivo interés por el lugar, más cuando escucharon la charla del historiador de Birán, narrando momentos de la vida de Fidel, desde su nacimiento, en un día muy lluvioso que hizo casi imposible buscar la comadrona que hiciera el parto a Doña Lina; con pasajes de una vida tan preñada de historia que es imposible describir en unas horas de conversación.
Pero el interés era tal que los futuros periodistas buscaban más, se adentraban en el mundo de aquella época, preguntaban por el entorno; se retrataban una y otra vez para dejar constancia de que estuvieron en el lugar donde nacieron Fidel y Raúl.
La vida de aquel terrateniente llamado Ángel Castro y de su esposa Lina; el carácter duro pero tierno de esta última; la promesa de ambos padres de que al primero de sus hijos que se hiciera universitario le entregarían una sortija que llevaba Ángel, y que correspondió a Fidel cuando se graduó en la Universidad de La Habana; todo lo narrado ahora por un historiador identificado con el lugar y con quienes allí vivieron, es lo más parecido a una cinta cinematográfica que resume un tiempo que nunca se acaba.
Recordó cómo, en tiempos malos para el monocultivo de la caña, Birán creció bajo el lema de Ángel, de que “la tierra lo da todo. Vamos a hacerla producir”.
Caña, madera y ganado, fue la composición variada de cultivos que emergió de la tierra, a la par que crecían los siete hermanos Castro bajo la batuta de Ángel y Lina, esta última convertida en la madre de todo el entorno, de todo Birán, aseveró el historiador en sus muchas anécdotas.
Lina supo dar a sus hijos varones la conducción deseada. De esa forma, a Fidel lo concibió como el que debía estudiar y hacerse un profesional; a Raúl le dio la tarea de administrar el Bar la Paloma por sus condiciones de buen administrador; y a Ramón, como el agricultor de la familia, el que muy pronto conoció todos los secretos de esa tierra que solo el hombre puede hacerla procrear.
Toda una mañana fue poco tiempo para este regreso a Fidel, junto a jóvenes que se encontraban por primera vez con el entorno que lo vio nacer y crecer, y parecía que nunca calmaban la sed de conocimientos que le motivó el lugar, la charla del historiador y lo visto con sus propios ojos en un Birán que es parte muy importante de la historia de Cuba.

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