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Vísperas del 26: Recordar la otra Cuba

25 de julio de 2016

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Tiempos de calor, vacaciones, y de mucho optimismo para esa gran mayoría del pueblo que apuesta porque nuestro país siga siendo libre, independiente y, como citaba alguna agencia de noticia, llegue a puerto seguro en sus proyecciones futuras.
Confieso que escribir estas breves notas a solo 24 horas del 26 de julio, me trasladan en el tiempo y la memoria, a la Cuba anterior al 59; a la de más de un millón de analfabetos; a la de millones de desempleados, maestros sin trabajo y niños sin escuela; a la Cuba en la que cada día amanecía algún asesinado por las fuerzas represivas de un gobierno tirano al servicio de sus amos del Norte.
La reflexión me lleva a recordar la otra Cuba. Aclaro, no creo que tuviese que haberla vivido para conocer su génesis, su historia manchada de sangre y las hazañas de sus hombres –primero mambises y luego rebeldes– que lucharon hasta vencer para lograr lo que hoy tenemos.
Y, también aclaro, no quiere decir esto que lo que hoy tenemos es perfecto. No. Tiene aún muchas insuficiencias y hasta deficiencias humanas. En ambos casos, reconocerlas, es la mejor fórmula para vencerlas.
Pero no son estos, tiempos de mareos ni de pesimismo. El que, por edad no conoció del capitalismo cubano, tiene todas las oportunidades del mundo –y todos los libros, testimonios, y otros medios– para aprender y comparar. Esas raíces no pueden arrancarse con tirones de débiles incapaces de unir fuerzas para avanzar.
Repito, avanzar. Nada que tenga que ver con un regreso al pasado, aunque ahora muchos de allá y algunos de acá quieran cubrirlo de celofán y venderlo como “solución para Cuba”.
No son tiempos de correr tras promesas falsas de nuevos y falsos exponentes foráneos.
Vale recordar que cuando hablamos de relaciones Cuba-Estados Unidos, la dirección del país y nuestro pueblo siempre han creído en estas si son honestas, con respeto a la diversidad de criterios, sin condicionamientos ni “bonitos discursos” que siembran falsas esperanzas.
Nuestro pueblo y fundamentalmente los jóvenes que por suerte no vivieron las épocas en que Cuba era una neocolonia de Estados Unidos, deben leer mucho, analizar, debatir y usar cabeza propia para saber el porqué constituyen la generación del presente y el futuro… pero sin renunciar a la historia, sin olvidar lo que fue Cuba y lo que es hoy, sin dejarse encandilar por las luces de neón del consumismo y la frivolidad de un modelo en plena decadencia.
Aclaro, decadencia sistémica y decadencia moral, que para nada pueden ser el modelo de sociedad de futuro. Ni en Cuba ni en ningún otro país del mundo.
Hay ciertas tendencias aupadas por un mundo mediático dominado por grandes emporios de prensa y al que las nuevas tecnologías permiten invadir con mensajes de todo tipo; entre ellos con una buena carga de fantasía capitalista para ablandar conciencias o formar modos de opinión con un solo carril y una sola mirada: el sistema capitalista, el mercado, la superficialidad y la antihistoria.
En este camino se trata de hacer creer dentro de Cuba, entre los cubanos, que las dificultades económicas del país no son, en lo fundamental, a consecuencia del bloqueo norteamericano y las demás formas de penetración de un Imperio que no ha perdido la esperanza de convertirnos en colonia.
Digamos claro, las relaciones bilaterales con Estados Unidos, hacen falta, son necesarias, y debemos trabajar por ellas. Pero sin olvidar ni por un instante que fue Estados Unidos quien bloqueó a Cuba; quien se apropió de una parte de su territorio en Guantánamo; quien organizó y financió la invasión por Girón; quien dedica unos cuantos millones de dólares cada año en planes de subversión dentro de Cuba y desde medios infames instalados en territorio norteamericano.
Cuba nunca ha invadido a la nación del Norte. Nunca la ha bloqueado. No tiene medios de comunicación ni grandes sumas de dinero que penetren el territorio vecino. Cuba no se ha apropiado de ningún pedazo del vecino país y mucho menos ha instalado una base militar y un centro de torturas en el mismo.
Cuba, recordemos, ha sido víctima también de la introducción de virus y enfermedades que causan daños humanos, a los animales y a las plantas. La fiebre porcina fue introducida en la Isla con los mismos fines que el bloqueo, las sanciones y otras formas de penetración: hacernos rendir por hambre. Desesperarnos. Crear focos de tensión interna para desestabilizar al país. Pero nada de eso han podido ni podrán lograr nunca. Y vale recordarlo, vísperas de este nuevo 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional.

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