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Venezuela un día después

24 de enero de 2019

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Los que apostaron a que el 23 de enero era el último día en el poder del gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro, se cogieron la nariz con la puerta.

Este jueves, un día después de la sentencia de los agoreros al servicio de Washington, la nación bolivariana amaneció con actos de reafirmación patriótica en todas las regiones militares del país, donde, desde generales hasta soldados, juraron lealtad a Maduro y en defensa de la paz y la soberanía.

El «día cero» como le llamó el vicepresidente norteamericano, tuvo como ingredientes nuevas provocaciones de dentro y de fuera. En lo interior un usurpador de poca monta, se autoproclamó «presidente» junto a grupúsculos de la ultraderecha que intentan nuevamente desestabilizar al país y con ello, propiciar una intervención militar disfrazada de «humanitaria» y con autoría de Washington donde ya se baten palmas en espera de la orden para actuar.

En lo externo, el ajetreo en la desprestigiada OEA, en algunos gobiernos se América del Sur, todos bajo la batuta del Departamento de Estado norteamericano, comenzó mucho antes del llamado «día cero» y aún no ha terminado. Todo lo contrario, se usan hasta las últimas balas mediáticas para convencer a la comunidad internacional de que a Maduro hay que sacarlo del poder.

Ha sido esta la más bestial embestida imperial contra un país y un gobierno democrático. Desgraciadamente hay de todo en la viña del señor, y así vemos a mandatarios de países de la región, levantar su mano al lado del amo norteamericano, sin recordar que, en casi todos los casos, sus gobiernos y su presidencia misma tienen techo de vidrio.

Se imaginan al hoy presidente Jair Bolsonaro, que junto a su antecesor y usurpador del poder con un golpe judicial y mediático contra la presidenta elegida por más de 54 millones de brasileños, tuvo que acudir a poner  tras las rejas a Lula, el candidato del pueblo, al que todas las encuestas lo daban como seguro vencedor en los comicios. Fue la única manera de que un personaje de corte fascista dentro de la ultraderecha brasileña, pudiera hacerse de la presidencia y hoy encabezar toda una persecución de quienes no profesan su misma y miserable ideología.

Otro que, en la OEA se alió al pedido de sacar a Maduro del poder en Venezuela, es Mauricio Macri, el mandatario argentino que ha entregado a su país al Fondo Monetario Internacional, y adoptado medidas neoliberales en detrimento de las capas más humildes de la sociedad, ascendiendo la cantidad de desempleados, y convirtiendo al país en un verdadero hervidero, donde todos los días cientos de miles de sus ciudadanos protestan por las calles de ciudades y pueblos.

En la lista de la OEA está el presidente de Colombia, el mismo que se aferra en una guerra abierta contra la vecina Venezuela, mientras en su territorio aparece a diario algún  líder social, campesino o sindical, que muere a manos de fuerzas paramilitares que el estado colombiano ha sido incapaz de controlar.

Hay otros presidentes que se han unido al show mediático montado por Washington para destruir la Revolución Bolivariana, pero considero que su ínfimo peso en la política internacional, aunque no los exime de una bochornosa responsabilidad, no amerita dedicar línea alguna a comentar sobre ellos.

La historia, más temprano que tarde, los condenará y la vida, hoy, mañana o pasado, demostrará cuán equivocados estaban los que apostaron por un 23 de enero llamado «día cero» pues ya Nicolás Maduro no fuera el presidente de Venezuela.

Se equivoca una vez más Washington y se hacen poco favor sus fieles seguidores de la OEA y países del llamado Grupo de Lima. Venezuela está ahí. Maduro está ahí y su pueblo lo protege y lo estimula con el compromiso de seguir llevando hacia delante la Revolución Bolivariana.

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