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Venciendo obstáculos

25 de enero de 2016

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Sin razón propia alguna, pienso que para complacer a sus socios israelí y saudita, Estados Unidos decretó nuevas sanciones contra Irán, alegando en esta ocasión el desarrollo de proyectiles balísticos, con el objetivo de desarmar a la nación persa y hacerla inocua ante las amenazas de Tel Aviv y Riad.
O sea, es un nuevo obstáculo al desarrollo general iraní y, además, un golpe bajo, luego que Teherán liberó a marines norteamericanos apresados, cuando su navío se introdujo en sus aguas territoriales, violación admitida por uno de los militares estadounidense capturados, cuestión que el prejuicioso orgullo de EE.UU. consideró como una traición.
El anuncio del Departamento del Tesoro tuvo lugar un día después del levantamiento de sanciones económicas de la ONU, la Unión Europea y Estados Unidos contra Irán por su programa nuclear, al que siempre Teherán consideró pacífico, rechazando que fuera diseñado para transportar armas nucleares, en violación de una prohibición de la ONU.
Él problema es que siempre predominó el criterio estadounidense sobre los demás interlocutores aliados, aunque en esta ocasión EE.UU. no tuvo más remedio que dar el visto bueno a lo encomendado al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el cual verificó que Irán cumplió con sus obligaciones pactadas en el histórico acuerdo nuclear alcanzado en julio pasado en Viena, lo que permitió levantar ahora las sanciones internacionales a la República Islámica.
Estados Unidos y la Unión Europea habían adoptado ya medidas para levantar las sanciones en el conocido como “Día de la implementación”, cuando Irán cumpliese con todas las condiciones del acuerdo.
El pacto pretende evitar que Irán pueda hacerse con armas nucleares, al tiempo que permite la existencia de un programa atómico –reducido y más vigilado para fines civiles, como siempre, subrayo, ha dicho Teherán.
El acuerdo fue firmado en Viena el 14 de julio del año pasado por Irán y seis potencias internacionales (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China).
El convenio establece que Irán tendrá durante al menos 10 años un programa nuclear limitado tanto en su tamaño como en sus investigaciones. Así, solo podrá trabajar con una pequeña parte –un tercio– de sus centrifugadoras nucleares, la maquinaria que purifica el uranio. El nivel del enriquecimiento que podrá alcanzar es de menos del 4%, muy por debajo del 90% necesario para alimentar una bomba nuclear.
Tendrá que limitar sus reservas de uranio enriquecido a un máximo de 300 kilogramos durante los próximos 15 años, cuando antes tenía unos 10 000 de ese material. En diciembre, Irán envió a Rusia alrededor de diez toneladas de uranio enriquecido para cumplir con esa parte del acuerdo.
Según el plan, la República Islámica se comprometió a transformar el reactor de agua pesada de Arak para evitar que produzca plutonio, un material que podría emplearse con fines militares. El núcleo del reactor de Arak se ha eliminado y se ha llenado con hormigón, con lo que ha dejado de ser operativo.
Una vez confirmado por el OIEA que Irán ha cumplido con sus obligaciones, se terminaron todas las sanciones aprobadas por Naciones Unidas entre 2006 y 2010.
La Unión Europea levantó sus sanciones económicas y financieras relacionadas con la tecnología nuclear, transferencias, seguros, financiación del comercio, petróleo, gas y tecnología vinculadas, entre otros aspectos. Los principales bancos iraníes salieron de la lista negra.
Estados Unidos levantará las restricciones que impiden a empresas no estadounidenses participar en una amplia gama de transacciones con Irán. Esta situación permitirá a compañías no estadounidenses comprar petróleo de Irán o invertir en su sector petrolero sin temor a ser sancionadas por Washington.
Pero, como siempre acostumbra a hacer, en detrimento de lo acordado, además de las sanciones relacionadas con la producción iraní de misiles balísticos, EE.UU., mantiene otras que impiden a sus empresas e individuos hacer negocios con Irán.
La resolución aprobada el pasado 20 de julio por el Consejo de Seguridad de la ONU permite vender tecnología de misiles balísticos y armas pesadas a Irán con la aprobación de la ONU, pero Estados Unidos prometió vetar cualquier petición.
Un comité en el que están representadas las partes que negociaron el acuerdo, conocida como “comisión conjunta”, se encargará de las disputas sobre posibles violaciones del pacto. En caso de que una de las siete partes no está satisfecha con la resolución, el asunto puede ser enviado al Consejo de Seguridad de la ONU.
Sin las sanciones, el Producto Interior Bruto iraní podría pasar de no crecer nada a un aumento de 5% en el período 2016-2017, así como la posibilidad de volver a vender libremente sus hidrocarburos en el mercado internacional. Ello permitiría a Teherán aumentar su ingreso por exportación de combustible en unos 10 000 millones de dólares adicionales a lo largo del próximo año.
Asimismo, permitirá recuperar unos 30 000 millones de dólares de reservas en moneda extranjera que están actualmente congelados en cuentas alrededor del mundo, según el Banco Central de Irán, entre otros ingresos que la perenne injusticia occidental, encabezada por EE.UU. impedía en perjuicio para el pueblo iraní.

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