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Unos sí, otros no

1 de agosto de 2016

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Hace siete años, la República Popular Democrática de Corea lanzó su primer satélite artificial de la Tierra, todo un éxito gracias a suavanzada tecnología, sin utilizar especialistas ni instrumentos de alguna otra nación amiga, provocando un revuelo en los medios de poder de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, digno de mejor causa, por ejemplo, la de realizar conversaciones de paz y que estas sean realmente efectivas.
Hoy, nada más que los norcoreanos utilicen su derecho a defenderse, para que Estados Unidos haga circular buques y aviones de todo tipo, incluidos portaaviones nucleares, en las inmediaciones de las costas deesa nación, como está pasando en estos momentos, sin que ello llame la atención de los principales medios de información, que se dedican principalmente, en lo que concierne a esa zona, a criticar a China porla defensa de lo que considera suyo en el Mar denominado precisamente del Sur de China.
En este contexto, EE.UU. echa leña al fuego, buscando enemistar a países de la zona con Beijing, mientras subraya su presión sobre las autoridades de Seúl para que se mantengan hostiles a Pyongyang y eludan cualquier petición acerca de pláticas de distensión.
Por supuesto que para buscar la paz los hombres honestos tienen que ir en contra la proliferación de las armas nucleares y a favor de su destrucción, ya queuna ínfima parte de las existentes bastaría para hacer desaparecer la vida en la Tierra.
Cierto, en estos momentos Corea Democrática ya posee el arma nuclear y medios para lanzarla, aunqueafirma que mantiene un carácter de disuasión.
No se puede explicar como se regaña a la RPDC por lanzar un satélite y tener unas pocas armas nucleares, cuando EE.UU. posee cerca de 500 de carácter militar, y el mayor número de bombas atómicas en el mundo.
Parece unchiste de mal gusto cuando se le dice a Pyongyang que siga el camino dela seguridad y el respeto, cuando drones norteamericanos matan a inocentes civiles, en su persecución a presuntos combatientes afganos, haciendo al vecino Paquistán un blanco repetido.
O sea, matan ciudadanos indiscriminadamente, lo cual sería punible hasta con la pena de muerte, pero ello no reza para el agresor imperialista.
EE.UU. advierte a Corea Democrática, pero no se atreve a hacerlo con Israel, que posee centenares de bombas atómicas y utiliza bombas de fósforo blanco en sus cada vez mayores campañas de genocidio contra los palestinos, principalmente en la Franja de Gaza, aunque también los asesina sin pudor ni ocultamiento en Cisjordania y Jerusalén.
La ONU tiene 194 estados miembros, pero, a pesar de su poca credibilidad, no ha prosperado allí resolución imperial de condena a Pyongyang.
Y aunque no hagamos una valoración política del gobierno de la República Popular Democrática de Corea, este tiene tanto derecho como cualquiera a llevar adelante su desarrollo tecnológico, tanto científico comomilitar.
No podemos transarnos con la idea que difunde el imperialismo, aprovechando su control de los principales medios de desinformación del mundo, de que es el único que tiene derecho a lanzar satélites o misiles y poseer el arma nuclear, cuando lanzaron bombas atómicas contra indefensos civiles japoneses, así como que en nombre de la democracia asesinó a unos cuatro millones de coreanos, a un número similar de vietnamitas, a centenares de miles de iraquíes, utilizando armas químicas prohibidas por la legislación internacional.
Hasta hace poco se trató de aterrorizar al mundo con la idea de la amenaza nuclear de Irán, y se mantiene la referente a Norcorea, cuando ninguno de los dos países ha atacado a nadie, mientras el Imperio sigue realizando matanzas donde se le ocurra, sin que la prensa y personajes “objetivos” hagan alusión a ello y, si acaso, lo justifican en nombre de un combate a un terrorismo que si existe es por obra y gracia del Estado terrorista del mundo, Estados Unidos.

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