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Una realidad «puesta de cabeza»

4 de septiembre de 2020

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La Convención Republicana, además de show mediático al estilo Donald Trump, estuvo cargada de un montaje maquillado con el peor de los gustos, aunque el color de los vestidos o las corbatas, la cadencia de los movimientos de quienes acudían ante el micrófono y la selección de quienes irían allí a bendecir al mandatario, tuvieran el objetivo de deslumbrar a presentes y televidentes.

Cuando le tocó el turno a Trump, desnudó su ego y repitió una y diez veces lo «malo» de su contrincante demócrata, Joe Biden, y lo bueno de «él» que «ha llevado a Estados Unidos a recuperar su grandeza».

Según un artículo aparecido en Yahoo Noticias, «para muchos, la visión de Trump está puesta de cabeza. Celebró mientras el país sufre, enlutado por más de 180 000 muertes y una aguda crisis económica por la Covid-19, y se estruja ante el racismo, la brutalidad policiaca y el vandalismo. Mucho de lo que el presidente le criticó o achacó a otros es en realidad su hechura o el efecto de sus omisiones, lo que destacó como triunfos es parte de sus falencias o el ominoso saldo de sus obsesiones. Y, sobre todo, Trump buscó reescribir la historia reciente para plantear una realidad presente y un posible futuro, alterados y equívocos».

Se trata de un mundo al revés, con el que quiere ganar su reelección en la presidencia.

Según el propio despacho de prensa, muy cerca de donde Trump hablaba desde la Casa Blanca, los manifestantes en su contra portaban carteles muy claros al referirse a la otra realidad, la que Trump no dice o miente al decir.

Se trata de carteles con la leyenda «Trump Failed 180000+ Died» («Trump fracasó. Más de 180,000 murieron»).

Es muy difícil comprender que un ser humano que, incluso, ha llegado a ser presidente del país más rico del mundo, quiera pintar una realidad totalmente diferente a la existente.

Con total desfachatez se refirió a los «éxitos» de su gobierno en la conducción de la pandemia y hasta se auto acreditó aquello de que «si no fuera por él, millones hubieran muerto debido a esa enfermedad».

Sabe el pueblo estadounidense, aunque su presidente diga otra cosa, que los más de 180 000 muertos son parte de su mala gestión, haber ignorado la pandemia, echar a otros las culpas que son suyas, en fin, un reflejo de su total incapacidad y falta de respeto para con sus conciudadanos.

De qué éxito puede vanagloriarse el mandatario, si en su país los hospitales colapsaron, faltaron medios de diagnóstico y también de protección para médicos y personal de enfermería, fueron pocos los test disponibles para advertir la presencia de los contagiados, y muchas etcéteras que han conducido a la actual situación.

Y ahora, para rematar, Trump hace política con la posible vacuna contra la Covid-19, y pretende sacar de «debajo de la manga», su decisión de tener un candidato vacunal listo antes del 3 de noviembre.

Su obsesión por el negocio y el dinero lo ha llevado a priorizar la apertura económica por encima de las vidas humanas y ya la realidad ha mostrado sus efectos adversos, con los picos de contagios y fallecidos en varios estados de la Unión.

La Convención Republicana, los fuegos artificiales que pretendían dar lucidez al convite, no podían, de ninguna manera, obviar a los miles y miles que protestan ante la crecida de otro mal, el racismo, justificado por el presidente, y también por la incertidumbre de cómo continuará la vida en ese país, en estos dos meses de lucha electoral donde se evidencia una realidad puesta de cabeza.

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