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Una proeza para bien común

16 de septiembre de 2021

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Cuando Rusia anunció este 10 de septiembre que ha concluido el Nord Stream2 «una de las mayores construcciones energéticas del mundo» la memoria me hace recordar la gran hazaña, en época de la Unión Soviética, que consistió el viaje de Yuri Gagarin al cosmos.

Fue el 12 de abril de 1961, miércoles, cuando, desde el cosmódromo de Baikonur, en la actual Kasajastán, Gagarin subió a la cápsula que lo llevaría al espacio, heroicidad que marcó un hito y cimentó el desarrollo científico del país de los Soviets.

Hoy, cuando es bastante natural y frecuente que otros cosmonautas realicen incursiones extraterrestres, un hecho que avala calificación humana y desarrollo tecnológico, es, sin dudas, la construcción del gasoducto Nord Stream2, capaz de trasladar desde territorio ruso hasta Alemania, a una distancia de 1 224 kilómetros por debajo del mar, un volumen superior a los 55 000 millones de metros cúbicos de gas al año, símbolo de seguridad energética  para que los países del Viejo Continente, tengan garantizado de manera estable y más barata, el combustible que, además, por la contribución ecológica en su extracción y traslado, no constituye amenaza alguna contra el medio ambiente.

La obra, cuyo costo es superior a los 10 000 millones de euros, atraviesa aguas territoriales de Rusia, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania, incluye dos ramales paralelos, cada uno con 1224 km de longitud, 1220 mm (48 pulgadas) de diámetro, y se pretende que comience a transportar gas para finales de este año.

Vale recordar que el gobierno estadounidense de Donald Trump fue opuesto a esta obra y por tal motivo aplicó sanciones a Rusia, exigiendo que se detuviera la construcción.

Más que todo Washington teme a la dependencia europea del gas ruso y a que Estados Unidos no pueda exportar dicho combustible hacia ese continente.

El gas de procedencia estadounidense proviene de campos de lutita, donde se emplea la tecnología de fracturación hidráulica, muy perjudicial para el medio ambiente. Además de lo encarecido de su transportación marítima hasta las naciones europeas.

Como generalmente ocurre, también los gobiernos de Polonia y Ucrania, como parte de su retórica anti rusa, se han manifestado contra el proyecto, aunque en este caso se trate de una obra de beneficio completo para las naciones de Europa.

No podemos extrañarnos entonces que el desarrollo científico y tecnológico de la Rusia actual, con el aval anterior que le dejó la entonces Unión Soviética, aporte a su país y al mundo, vacunas como la Sputnik V, contra la pandemia del coronavirus, que ya se usa en varios países, con elevados resultados, que llenan de esperanza a un mundo cada vez más inseguro y lleno de incertidumbre.

Rusia, con la ejecución del gasoducto Nord Stream2, completa una gran proeza para el bien común.

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