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Una mirada a España

19 de agosto de 2014

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En medio del convulsionado y sangriento mundo que vivimos en estos tiempos, no olvidemos echar una mirada a España, donde las recientes elecciones al Parlamento Europeo marcaron la aparición sorprendente de una nueva fuerza política que, bajo el nombre de Podemos y con escasos cuatro meses de fundada, se colocó como la cuarta fuerza más votada alcanzando 1,2 millones de sufragios. Se dice que hoy sería la tercera.

Observadores de la política española atribuyen este resultado a que Podemos es la consecuencia organizativa y emocional de lo que fue el masivo movimiento callejero de “los indignados”, surgido a raíz de la profunda crisis económica y social con un carácter esencialmente espontáneo hace tres años aproximadamente, lo cual le fue señalado entonces como una debilidad de aquellas movilizaciones populares carentes de un proyecto posterior.

El esfuerzo de organización realizado, -al parecer exitoso,- se atribuye a un grupo de jóvenes dirigentes surgidos de esas jornadas, fundamentalmente el profesor y comunicador Pablo Iglesias, que lograron dar forma a tantas fuerzas dispersas, darles cohesión e interesarlas en la política, convenciéndolas de que solo entrando en ella y dando la pelea desde adentro del desacreditado sistema y en medio de la crisis era posible transformarlo, sin ignorar que es un empeño enfrentado a múltiples y colosales obstáculos, tanto locales como europeos e internacionales.

Falta un año y medio para las próximas elecciones generales que, teniendo en cuenta la situación actual de la sociedad española, pueden considerarse cruciales y se conoce que el desempleo y la corrupción son las mayores preocupaciones de la población que, por otra parte, considera agotados y frustrados los preceptos que una vez, -en otro momento histórico,- estableció la Constitución    consensuada en 1978.

A la triple crisis, -económica, social y política,- que atraviesa el país y que muchos atribuyen al balance funesto de los gobiernos bipartidistas del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se suman los fenómenos separatistas que se agudizan en Cataluña y el País Vasco, sin solución a la vista.

Mientras, el PP se esfuerza en hacerle creer al pueblo español que lo peor de las bárbaras medidas de ajuste y de la recesión económica ya pasó, que se avecina un futuro de recuperación y sigue tratando de capear el temporal; el PSOE está sumido en una reestructuración interna, en tratar de cambiar su imagen mediante la nueva dirección recién elegida prometiendo una lucha contra la corrupción interna en el partido, intentando una renovación que le permita emerger de las debacles electorales más recientes.

En cuanto a la izquierda española, es evidente que la aparición y despegue de la formación Podemos, sus resultados electorales de mayo y los que van mostrando las encuestas, influyen en conformar un nuevo panorama para este sector y ello se expresaría más claramente en las posibilidades de coincidencia entre Podemos e Izquierda Unida, una idea a la que algunos comienzan a referirse.

Año y medio faltan para los venideros comicios generales.  No es mucho tiempo para los posicionamientos futuros que pudieran redefinir muchas cosas de la España posterior al 78.

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