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Una estrategia preparada por años

29 de abril de 2014

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Me han preguntado muchos compañeros, incluso colegas, el por qué del estallido de la actual situación en Ucrania.
Y resultan muy razonables las dudas —incluso las que tengo como periodista—, pero si acudimos a la memoria histórica —imprescindible en cada momento— y estudiamos algunos informes, artículos de prensa y otros, nos damos cuenta enseguida que Estados Unidos venía preparando la ingobernabilidad en Ucrania y la posible confrontación con Rusia, desde hace algunas décadas.
Se trata de un plan hegemónico para acabar con Rusia e imponer el poder absoluto de Washington en Eurasia.
Veamos: Ya en el año 1997, el consejero de seguridad norteamericano, Zbigniew Brzezinski, considerado el principal exponente de la actual estrategia respecto a Moscú, había afirmado que “Estados Unidos necesita controlar la masa continental de Eurasia y rechazar a potenciales rivales a fin de mantener su posición como única superpotencia del mundo”.
Todo el andamiaje que hoy se ha montado en el entorno ucraniano y en el cual la OTAN como institución belicista y Europa como segundona política, juegan al acompañamiento a sabiendas de que con esa afiliación dejan desnuda su parte trasera, por su dependencia energética y su vinculación económica y comercial con Moscú.
Está muy claro que Washington quiere establecer bases de operaciones militares de avanzada en el flanco occidental de Rusia y apuesta a que en un futuro inmediato pueda detener la integración económica entre Asia y Europa, y —muy importante— desmembrar a la Federación Rusia.
Resulta evidente, de igual forma, que el plan de Estados Unidos va más allá y llega hasta China, ese gigante que aparece atravesado en la garganta de Washington tanto por su dinámica economía, como por el fortalecimiento del sistema político y económico emprendido por Beijing.
El propio ex asesor presidencial de la Casa Blanca, Zbigniew Brzezinski, había advertido hace 17 años que “el consumo mundial de energía va a aumentar en las próximas dos o tres décadas, previéndose que la demanda se incrementaría en más de un 50% hasta el año 2015, y que el auge más significativo se producirá en el consumo del Lejano Oriente”.
Señala este tanque pensante norteamericano que “el impulso económico de Asia genera grandes presiones para la exploración y explotación de nuevas fuentes de energía y se sabe que la región centroasiática y el Mar Caspio contienen reservas de gas natural y petróleo de grandes proporciones”.
Al respecto argumenta que “una potencia que domine Eurasia controlará dos de las tres regiones más avanzadas y económicamente productivas del mundo”.
Los ejemplos apostillan esos criterios: cerca del 75% de la población mundial vive en Eurasia y la mayor parte de la riqueza física del planeta también se encuentra allí, tanto en sus empresas como bajo su suelo.
En todo caso, corresponde a los líderes políticos identificar a los adversarios, saber de sus planes a corto, mediano y largo plazos; así como conocer las partes más sensibles y débiles de los mismos.
No creo que a esta altura del conflicto en Ucrania alguien pueda no percatarse de que ha sido la CIA, el Departamento de Estado y el de Defensa, quienes planearon, financiaron y luego reconocieron el golpe de estado fascista realizado contra las autoridades de Kiev.
Se sabe —y muy bien— que incluso Washington seleccionó a la cúpula golpista ucraniana.
Con posterioridad y bajo la presión rusa se produjo la reunión en Ginebra donde, tanto Estados Unidos como la Unión Europea, Ucrania y Rusia firmaron un acuerdo para detener el conflicto y llevar a las partes al diálogo y el entendimiento.
Al respecto se conoce que mientras se estaba negociando en la ciudad suiza, Washington preparó una carpeta de sanciones contra Moscú; y la OTAN, bajo la dirección de generales norteamericanos, envió 10 000 efectivos hacia la zona (Polonia) y otros contingentes y modernos medios de guerra han desembarcado en Lituania, Estonia y otros estados miembros de la Alianza Atlántica en Europa del Este.
La comunidad internacional no debe dejarse seducir por un poder mediático en manos de Estados Unidos que lo acompaña en sus guerras y demás tropelías contra la paz mundial.
Queda claro en el caso ucraniano que el problema no es interno en esa nación, sino parte de un plan elaborado desde hace muchos años y que conforma el eslabón principal en el deseo de un hegemonismo por parte de quienes conducen los destinos en la Casa Blanca, los de ahora y los de antes.

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