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Una estrategia diferente

2 de octubre de 2015

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Combatir al terrorismo y no esperar que tengamos a los terroristas en nuestras casas, ha sido parte de la argumentación rusa para emprender ayer la complicada tarea de bombardear posiciones del autoproclamado Estado Islámico, en Siria.
El propio presidente Vladimir Putin ha reiterado el pedido de crear una verdadera coalición internacional de países para, respetando la soberanía siria y con el consentimiento del presidente de esa nación árabe Bachar al Assad, unir fuerzas y enfrentar a los grupos terroristas armados que han causado miles de muertos, la destrucción del país y el desplazamiento de millones de ciudadanos sirios que huyen de la guerra.
Por supuesto, la estrategia rusa para emprender las incursiones aéreas contra posiciones del Estado Islámico, ha sido muy diferente a la aplicada por Occidente.
Rusia acudió a Siria ante el pedido oficial del gobierno legítimo de ese país. El mandatario ruso informó a la ONU sobre la necesidad de que otros muchos estados colaboren en esta importante tarea de erradicar el terrorismo en esa nación. De igual forma, el Senado ruso aprobó la participación de Moscú en esta acción.
Hay otros elementos muy importantes que también han sido explicados por Putin. El llamado Estado Islámico amenaza no solo a la población siria, la iraquí y la de otros países del Oriente Medio, sino que tiene ramificaciones con otros grupos en distintos continentes, y son una verdadera amenaza para la propia Rusia.
Moscú no olvida los ataques terroristas de grupos similares en Chechenia y las acciones mortales que han hecho en distintos lugares de la geografía rusa.
“De acuerdo con la decisión del comandante supremo de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, Vladímir Putin, aviones de la Fuerza Aérea de su país comenzaron operaciones con bombardeos precisos contra objetivos terrestres identificados del grupo terrorista Estado Islámico en Siria”, ha informado el Ministerio de Defensa de Rusia.
De acuerdo con informaciones fechadas en Moscú, Rusia informó a Estados Unidos y a otros gobiernos de estas acciones en Siria, a petición del gobierno legítimo de Damasco. Tal como había adelantado su jefe de gabinete, Serguéi Ivanov, el presidente ha subrayado que “ese apoyo se efectuará desde el aire, sin participación en operaciones terrestres”.
Los puntos de mira de estos primeros bombardeos han sido “armamento pesado, nudos de comunicación, medios de transporte y arsenales de armas, municiones y materiales explosivos pertenecientes a los terroristas del EI”, según un comunicado de Moscú.
Tanto el Presidente como sus portavoces, han recordado que otros países están ya interviniendo en Siria –en alusión a los bombardeos de EE.UU., Francia y Australia– sin contar ni con el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU ni con la autorización del Gobierno legítimo sirio, al que siempre han ignorado.
No hay dudas que Rusia aplica en Siria una estrategia distinta a la de Occidente. Moscú apoya a un gobierno legítimo y a una población que ya ha sufrido más de 200 000 muertos, cientos de miles de heridos, millones de desplazados y la destrucción de su patrimonio nacional y universal.
En mi opinión, ha llegado la hora de definirse en cuanto a Siria. No puede apoyarse a una llamada “oposición moderada” contraria a un gobierno genuino, como tampoco puede actuarse militarmente en un país a espaldas de sus autoridades. Eso lo ha hecho Occidente y es hora de rectificar.
Rusia aboga por una participación de todos para resolver definitivamente un problema que incumbe a todos.

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