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Una burla para la humanidad

11 de septiembre de 2020

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De todo se ha visto en este mundo lleno de incertidumbre y desencantos.

Pero lo que no me imaginé jamás es que se llegara a tanto como amanecer con la noticia de que Donald Trump, el presidente estadounidense, haya sido propuesto para el Premio Nobel de la Paz.

Además de constituir una ofensa para los seres humanos de este mundo, incluyendo a los norteamericanos y los noruegos, la propuesta por sí sola desprestigia a la institución encargada de los Nobel.

Christian Tybring-Gjedde, parlamentario de Noruega y promotor de la iniciativa se basa en argumentos de poco peso y más bien de mucho daño a la política internacional, repite una nominación que ya en 2019 también hizo, cuando vio al mandatario estadounidense conversando con el líder de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-un.

Esta vez el «bueno y pacífico» Trump, según Tybring-Gjedde, acumula méritos como el logro del restablecimiento de las relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos y –más denigrante aún–, idear el llamado «Acuerdo del Siglo», que no es más que aportar humillación a los palestinos, despojarlos de sus derechos, no reconocer a esa nación como estado, violar todas las normas internacionales sobre el estatus de Jerusalén, y otros.

Se puede, aún siendo parlamentario de otro país, elogiar a un personaje como Trump, e, incluso, compartir su errada política. Pero lo que resulta insostenible es que sea un propio noruego –nación sede de los Premios Nobel– quien lance una propuesta tan descabellada e inconsistente.

Otro argumento añadido para sustentar la propuesta es el «retiro de las tropas norteamericanas de Iraq», algo que resulta una enorme mentira, pues todavía hoy, en esa nación árabe, Trump mantiene miles de soldados, así como medios de combate modernos y bases militares desde donde se realizan agresiones constantes tanto contra Irak como contra la vecina Siria, en ambos casos, apoderándose de los recursos petroleros.

El pasado año el propio Trump, con su egocentrismo característico, aseguró que se merecía ser reconocido con el Nobel por su trabajo en Corea del Norte y Siria, pero se quejó de que probablemente nunca recibiría el honor.

Al parecer, el magnate presidente se imaginaba cuan imposible debe resultar que se le otorgue un mérito que nunca ha tenido y que, lejos de luchar por él, se aferra en hacer daño a la humanidad y desafiar toda razón que pueda creer lo contrario.

De todas formas, el solo hecho de aparecer como propuesto, le quita credibilidad y seriedad a la nominación del Nobel, más cuando hay tantos seres humanos que por su obra solidaria en beneficio de los pueblos, se merecen tal reconocimiento.

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