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Una buena noticia, sin dudas

14 de febrero de 2018

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Si las aguas mansas siguen su curso y no encuentran obstáculos que desvíen su curso, los venideros tiempos deberán encarar la tercera cumbre intercoreana, esta vez entre el líder de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-un, y el presidente de la República de Corea, Moon Jae-in

El presidente estadounidense, Donald Trump, ante la decisión de Moon de ignorar sus advertencias, puso en alerta máxima la vigilancia de los halcones que tiene el comando militar surcoreano, mientras se atribuía el acercamiento a la política norteamericana de “ablandar” con sanciones a Pyongyang, desatino que subrayó en un portal de Twitter. “Puede que sea una buena noticia, puede que no. Ya veremos”, añadió.

Algunos expertos consideran que Estados Unidos debía regocijarse con que la RPDC volviera a las negociaciones de paz, pero que con la forma de gobernar de Trump nada es seguro, y no hay que ser muy ladino para darse cuenta de que las sanciones impuestas al pueblo de Norcorea no han dado resultado y, por el contrario, fortalecido su espíritu de resistencia y apoyo a su gobierno.

Recordemos que en un contexto marcado por la progresión de programas nucleares norcoreanos ante la cada vez mayor amenaza de agresión de Estados Unidos, con portaaviones y bombarderos B-52 merodeando por la parte septentrional de la península, el dirigente norcoreano se pronunció el mes pasado en favor de una mejora de las relaciones entre las dos Coreas.

“Debemos mejorar las relaciones Norte-Sur, que ahora están congeladas, y lograr que este año suponga un giro en la historia nacional”, expresó durante su discurso de Año Nuevo a la nación. Esta voluntad de apertura desembocó en discusiones de alto nivel entre las dos repúblicas de una misma nación y en la participación del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno en Surcorea.

En la ceremonia de inauguración, el Presidente surcoreano se acercó al lugar donde estaba la delegación norcoreana y estrechó la mano de Kim Yo Jong, hermana de Kim Jong-un, y del nonagenario dirigente estatal Kim Yong Nam, celebrando la entrada de la delegación de atletas de ambos países que desfilaron bajo la égida de una bandera de unidad que representaba a la península sin fronteras.

En la misma tribuna, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, no interaccionó con los representantes norcoreanos en ningún momento, y en una cena oficial la delegación del Norte eludió sentarse en la mesa donde se hallaba el representante de Trump.

Lo cierto es que la hermana de Kim hizo llegar en una carta escrita a mano por el líder norcoreano la proposición al Presidente surcoreano a visitar Pyongyang lo más pronto posible, pero siempre en un momento en que lo considere conveniente, a la que Moon respondió que cualquier encuentro deberá ser bien preparado.

De producirse, sería el tercer encuentro intercoreano en la cumbre; los anteriores, en el 2000 y el 2007, con Kim Zong Il representando al Norte, y Kim De Zung y Roh Moo Hyun al Sur, respectivamente.

En la actualidad, ello revela el interés de Kim Jong-un de aliviar las tensiones en la península.

A su vez, Moon Jae-in ha dejado a lado la malsana influencia de los halcones norteamericanos y locales, y centrado en una política por la que siempre ha abogado, el acercamiento con el Norte y la distensión en la península, que goza del apoyo de una gran parte de la población surcoreana, preocupada con el acoso y las sanciones practicadas contra Corea Democrática por Donald Trump.

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