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Un “príncipe” nada valiente

22 de diciembre de 2018

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Recordemos: “Figura valiente del poder judicial”, calificó Carlos Alberto Montaner a Sergio Moro, muy amigo delcontrarrevolucionario de origen cubano y confeso miembro de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.
El “mérito” de Moro, a quien también llaman El Príncipe, por sus argucias maquiavélicas (¡Pobre Maquiavelo!), es haber enviado a prisión y confinado injustamente, con falsedades, a Luiz Inácio Lula da Silva, el único que podía haber derrotado al candidato del imperialismo, el iletrado fascista Jair Bolsonaro, en las másrecientes elecciones presidenciales.
Moro, quien dijo que no aceptaría cargo público alguno, corrió al Palacio de Planalto para agradecerle a Bolsonaro el haberle nombrado Ministro de Justicia, gracias al cumplimento de su encomienda de encarcelar a Lula, misión alargada con sus constantes intromisiones para anular cualquier intento de excarcelar al dirigente revolucionario.
Esta vez, hizo intervenir al presidente del Supremo Tribunal Federal de Brasil para que anulara el fallo de uno de sus integrantes, quien había dictado horas antes una medida cautelar que podría haber dejado libre a Lula.
El magistrado Marco Aurelio Mellohabía emitido este miércoles un fallo a favor de suspender la entrada en prisión de los condenados en segunda instancia, lo cual, subrayo, podría facilitar la excarcelación del ex presidente.El jurisconsulto tomó “la decisión preliminar de reconocer la armonía con la Constitución Federal del artículo 283 del Código de Procedimiento Penal para determinar la suspensión de la ejecución de la sentencia” que no sea definitiva, según informó el diario brasileño Folha.
Recuerda el colega Cubasí que desde el 2016 el Tribunal Supremo debate dos acciones legales contra la entrada en prisión, tras la ratificación de una condena en segunda instancia. El magistrado Mello había sido designado como el relator del caso y, aunque su dictamen era importante, está previsto que el pleno adopte una decisión definitiva el 10 de abril del 2019.
La defensa de Lula había intentado que el Supremo resolviera esta duda procesal en el primer semestre de este año, antes de que se conociera el fallo en segunda instancia sobre su condena, pero la presidenta del alto tribunal, Carmen Lucia, se negó a adelantar el debate. Detrás de todo esto, por supuesto, está el propio Moro,
Con el comienzo oficial de su carrera política, Moro tendrá que afrontar desde hoy más reproches por sus anteriores decisiones judiciales. El futuro Ministro de Justicia, de 46 años, ya anunció que dejará los tribunales después de 22.
En el plano local, este tipo de crítica tiene a Moro completamente despreocupado, porque incluso, tras el derrocamiento de Dilma Rousseff en diciembre del 2016, no tuvo problemas en dejarse fotografiar en compañía del presidente saliente, Michel Temer, Aécio Neves y Geraldo Alckmin, todos exponentes de la derecha política acusados de corrupción, pero no por ello perseguidos por Moro y ningún otro juez brasileño.
Desde hace tiempo, Lula ya había acusado a Moro de ser un “inquisidor” que representa los intereses de las élites que quieren evitar un regreso de la izquierda al poder, cuestión demostrada con su parcialidad en Lava Jato, y el haber aceptado un cargo en el gobierno del entrante gobierno fascista.
La operación Lava Jato tuvo como objetivo principal desestabilizar a Brasil, realizar un golpe de Estado suave con la alianza de un sector de la justicia brasileña y “tanques pensantes” del denominado Estado Profundo, conformado por el FBI, la CIA y el Departamento de Justicia, con la intención de debilitar su avance como potencia emergente en los BRICS.

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