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Un convite miserable

9 de junio de 2021

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Un grupo de funcionarios del Parlamento Europeo, reunidos desde este martes 8 de junio en la sede de esa entidad, en la ciudad francesa de Estrasburgo,  se prestan una vez más a formar parte de un convite miserable.

Esta vez, la mirada de odio contra Cuba, un país —no europeo—, pero lleno de dignidad y valores, que conoció muy bien del azote colonial llegado desde el Viejo Continente y, en la contemporaneidad, de acciones de personajes como José María Aznar, ex presidente de España,  capaz de imponer dentro de ese mecanismo de Europa la llamada «posición común», lo más parecido a un apéndice del bloqueo estadounidense contra la Isla.

El Parlamento Europeo, incluso, ha servido de sede a varios shows mediáticos orquestados contra Cuba, Venezuela y otros países libres y soberanos. Hasta allí han sido llevados lo mismo un Juan Guaidó para difamar a la República Bolivariana, que a uno u otro mercenario de origen cubano que han recalado o en Miami o en algún país europeo, y han llevado todo tipo de mentiras sobre la Isla que no solo resiste, sino que triunfa y es ejemplo de solidaridad y respeto a los derechos humanos, que tanta falta hace a quienes se erigen como supuestos defensores de esos valores.

Pero Cuba sigue en pié, firme, y construyendo una sociedad inclusiva, donde los verdaderos derechos humanos están respetados no formalmente como suele suceder en muchos estados que hoy agreden a la Isla, sino dando el derecho a cada ciudadano a la vida, a estudios y servicios médicos gratuitos y de calidad, entre otros, con pleno respeto a su afiliación política y religiosa y a expresarse y discrepar como un ejercicio honesto, de diálogo ético y respetuoso.

Y que Cuba viva y avance no es la apuesta de los gobiernos de Estados Unidos, ni de quienes dentro del Parlamento Europeo, se proponen juzgarnos como aliados incondicionales de quienes hace 62 años nos bloquean, nos agreden y tratan de asfixiarnos.

Sepan estos personajes que Cuba tiene una Constitución refrendada por la gran mayoría de su población, que participó en su elaboración y formuló propuestas argumentadas para hacerla mejor y finalmente la aprobó. Quizás sea un granito de arena que podemos aportar a quienes en el Occidente opulento, al parecer ni están enterados de cómo se elaboran estos documentos y las posibles omisiones que pueden tener en sus países.

No es esta la primera vez que el Parlamento Europeo arremete contra nuestra nación. Y es muy posible que de esa forma respondan a indicaciones, no de sus pueblos ni de muchos de sus gobiernos, sino de quienes a 90 millas de Cuba, se han dedicado a la cruel tarea de querer aniquilar la construcción del proyecto social  cubano, aunque para ello tengan que propiciar el hambre, la falta de medicamentos y cuantas medidas económicas, financieras e incluso  militares, tengan que aplicar.

El Parlamento Europeo bien que pudiera indagar y contribuir a la solución del respeto a los derechos humanos de los inmigrantes que arriesgan sus vidas en busca de mejores condiciones en países hoy desarrollados, que fueron metrópolis explotadoras de naciones africanas y de la región del Oriente Medio.

También ese mecanismo parlamentario debía hacer suyo —de verdad— el tema del bloqueo estadounidense contra Cuba. Y no solo condenarlo, sino exigir que se elimine y contribuir, a través del diálogo franco, sin imposiciones, a una relación con la Isla, donde prime el respeto, la solidaridad y la cooperación mutua.

En la reunión iniciada este martes 8 de junio, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, defendió ante el Parlamento Europeo la ratificación e implementación del acuerdo de diálogo político con Cuba, aplicado en forma provisional desde noviembre de 2017.

El acuerdo «ha creado nuevos espacios para la participación de la sociedad civil cubana», aseguró Borrell, quien añadió que «no se me ocurre un instrumento mejor».

«Aunque sé que varios legisladores tienen serias reservas y reticencias [sobre el acuerdo], quiero aprovechar esta ocasión para defenderlo», insistió.

La ratificación plena del acuerdo depende del voto solitario de Lituania, porque ya recibió la luz verde de los poderes legislativos en el resto de los países del bloque.

En la propia sesión inaugural de la cita, la legisladora conservadora checa Dita Charanzová apuntó que «es necesario suspender este acuerdo» con Cuba.

Otro legislador conservador, el español Gabriel Mato, llegó a afirmar que «no se han cumplido ninguna de las expectativas con el acuerdo, no ha servido para nada».

Por su parte, el legislador español Pernando Barrena defendió el acuerdo y dijo que era el momento de pedir a Estados Unidos el fin «del injusto embargo a la república de Cuba, y más en un momento de crisis sanitaria global».

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