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Un buen hijo de la OEA

29 de marzo de 2017

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Bastaron menos de los primeros cinco minutos de la extensa y documentada  denuncia de Venezuela contra el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, para convencer de lo que ya se sabía y otros no decían: la comprobada participación del denigrado personaje para defenestrar a la Revolución Bolivariana, como punta de lanza del imperialismo norteamericano, peón de la oligarquía  del país suramericano y cúmbila de la maraña contrarrevolucionaria urdida por una gusanera similar a la cubana con sedes en Caracas y Miami, en la que el supuesto líder neutral actúa como detonante, al ser parte del problema y no de su solución.

O sea, Almagro está de parte de los “Chicos Malos”, al mejor estilo de los comics de Walt Disney, sin que exponga una apariencia neutral, como sí la tratan de hacer creer los ex mandatarios que fungen (¿fingen?) para una presunta solución, que se me antoja intenta lograr algo parecido a la victoria opositora en los más recientes comicios parlamentarios.

Y no es que pequemos de desconfiados, pero ya desde que Cuba fue expulsada traicioneramente de esa entidad, por orden imperial, nuestros gobernantes han optado atinadamente apartarse de cualquier compromiso que le haga regresar, no importa las “garantías”.

Nos equivocamos cuando pensamos que Almagro pudiera haber sido un sucesor más digno que el chileno José Manuel Insulza, confiando en que se le señalaba ciertos rasgos de izquierda. El ex canciller venezolano Ray Chaderton apuntaba que este no es el Almagro que conoció hace algunos años, pero, como se dice vulgarmente, y hay excepciones, claro, todo hombre tiene su precio.

Imagino a Luis Almagro en plena conquista española en México, o aunque podía ser en cualquier otro país de nuestra América, actuando “neutralmente”, y hasta sin inmutarse, cuando algún que otro soldado de la colonia tenía que alimentar a los perros: mataba a un niño indio, lo cortaba en pedazos y les daba estos a los animales,

Veintisiete reuniones con los opositores venezolanos, estudio de planes golpistas siguiendo los consejos de José María Aznar, son algunas de sus peripecias que le harían imposible ocupar su cargo, aunque sea, como se dice en la jerga “chuchera”, por “prurito”.

Parafraseando a Martí en su drama indio Patria y Libertad, el susodicho forma parte  de los hombres ignorantes que no tienenojos para ver las ventajas de su suelo, sin corazón para tener patria y defenderla, y en vez de cantar las glorias de la patria libre, “andáis con el semblante oscurecido, concertando los medios de encadenarlo y predica que somos débiles para sostener una libertad absoluta”.

Así, Luis Almagro quiere ser hijo de una OEA servil al imperialismo norteamericano, y no de los pueblos que juraron morir antes de ser esclavizados.

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