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Un acto repulsivo y deshonroso

12 de octubre de 2020

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Para quienes pudieran pensar que en el caso de Bolivia «ya se había visto todo», no es otra cosa que repulsivo y deshonroso, el acto celebrado este 9 de octubre en Santa Cruz, para homenajear a los asesinos que, bajo las órdenes de Estados Unidos, ultimaron al Che y a otros dignos combatientes de la guerrilla en ese país.
Allí, de primera, estaba la presidenta de facto, Jeanine Áñez, quien calificó de «héroes» a los ex militares, los que apretaron el gatillo de sus fusiles para asesinar a quienes combatían ferozmente con la meta de liberar países plagados de miseria, gobernados por dictaduras y convertidos en patio trasero de los Estados Unidos.
La improvisada mandataria llegada al poder por un golpe de estado, con el que mucho tuvo que ver la jerarquía militar boliviana, aseguró que la nación enfrentó en los últimos años «un enemigo en casa», en referencia a Evo Morales y al MAS, y arrogante, como discípula de Washington, advirtió que cualquier extranjero «sea cubano, venezolano, argentino» que vaya a «causar problemas en el país, encontrará la muerte».
La presidenta de facto parece haber olvidado partes del guión que le escribió alguien o que le enviaron desde el Departamento de Estado norteamericano, y más tarde escribió en su cuenta de tuiter:
«El mejor homenaje y el mejor desagravio a los bolivianos caídos para frenar al Che y a su invasión criminal y comunista, es construir ahora y entre todos, la libertad y la democracia que toda Bolivia quiere».
Olvidó la señora Áñez que la represión policial a las manifestaciones en su contra habían dejado 32 muertos, 770 heridos y 1 364 detenidos, solo en los primeros meses luego del golpe contra Evo Morales.
Lo que la mandataria llama «democracia que toda Bolivia quiere», no tiene nada que ver con el manejo de la pandemia por parte de los que, tras el golpe, ocupan el poder en esa nación. O es que Jeanine Añez no se ha preguntado el porqué, el mismo día en que ellos se reunían para profanar la memoria del Che y los demás guerrilleros muertos en tierra boliviana, se contabilizaban 138 706 casos de infectados y 8 262 muertos por la Covid-19.
Por su parte el ministro de Defensa de ese país, Luis Fernando López, no perdió la oportunidad de congraciarse con los ex militares y, a ritmo del odioso discurso de Áñez, repitió muchas de sus palabras y, tras catalogar al Che y a sus hombres como «terroristas» con «cuentos aventureros», se vanaglorió del asesinato de manos de quienes ahora son congratulados.
El titular de Defensa, también se dirigió a las fuerzas retiradas y apuntó contra el expresidente Evo Morales. «En estos últimos años tuvimos un enemigo en casa, un episodio vergonzoso, que intentó bajar la autoestima, desvirtuar la historia de una de las victorias del siglo XX» en referencia a la guerrilla del Che y sus compañeros.
Repulsivo y deshonroso, además de vil, pueden ser los calificativos para semejante «celebración» de los actuales gobernantes de Bolivia.

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