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Ultraderecha alemana en auge

9 de marzo de 2018

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La falta de alternativas, el divorcio del establishment con las masas y el miedo a hablarle a un ciudadano común que se siente abandonado, han llevado al fortalecimiento de la ultraderechista y populista Alternativa para Alemania (AfD), convertida hoy en la tercera fuerza política de la nación centroeuropea y que, de seguir la actual situación, podría convertirse en un instrumento de poder en las venideras elecciones.

Porque ahora ya se ha hecho sentir y estuvo a punto de hacer trastabillar a la denominada eterna Canciller Ángela Merkel, quien logró su cuarto mandato consecutivo, gracias a la coalición de su derechista Partido Demócrata-Cristiano (CDU, con 32% de votantes) y el socialdemócrata SPD, ambos con sensibles pérdidas de adeptos, principalmente este último, que obtuvo la más baja votación de su historia, un 20%.

Tras los comicios fueron necesarios cinco meses para lograr formar un gobierno de coalición y empoderar nuevamente a Merkel, quien puede poner fin a la actual parálisis política.

Cuestiones positivas fueron que Los Verdes y los poscomunistas de La Izquierda lograron votaciones parecidas y cercanas cada uno al 9%, inferior al más del 13% de la AfD.

CDU gobernará entonces junto al también derechista CSU y el opositor SPD, en una nación donde de los 60 millones de personas, el 5,7% (4 700 000) es musulmana, originaria principalmente de Turquía, además de los Balcanes, el norte de África y Cercano Oriente, según estadísticas de la Oficina Alemana para las Migraciones. En el 2008, cerca de 1 800 000 musulmanes eran ciudadanos alemanes.

Ello habla de una masiva inmigración, principal tema de discordia entre los partidos en un país donde la ultraderecha avanzó con fuerza en las últimas elecciones, aprovechando, subrayo, el descontento de una parte de la opinión pública, tras la llegada a Alemania de más de un millón de solicitantes de asilo desde el 2015.

Todo un reto para la Merkel, quien deberá buscar fórmulas para conversar con un disímil electorado, y reconquistar a sus adeptos que votaron por la ultraderecha.

Tendrá que lidiar con Alexander Gauland, del neofascista AfD. quien, en cuanto a la inmigración, propone fijar una cuota mínima de deportaciones por año. “El Islam, como unidad cultural religiosa, no pertenece a Alemania”, dijo.

Asimismo, Merkel se ha quedado sin su ministro de Relaciones Exteriores, el socialdemócrata Grabiel, quien es partidario de levantar las sanciones a Rusia.

The New York Times la consagró como “la última defensora poderosa de Europa”, quien se decidió a ir a un cuarto mandato para tratar de contrarrestar el ascenso de la ultraderecha y la elección de Donald Trump en Estados Unidos.

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