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Ucrania: un conflicto vigente y peligroso

3 de noviembre de 2015

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Ante fenómenos tan graves y que son “comidilla” diaria del mundo mediático, como la crisis de los refugiados que por cientos de miles llegan a Europa y la guerra en Siria, el tema Ucrania ha dejado de tener preponderancia en la balanza informativa mundial.
No se trata de que haya dejado de ser un gran problema, pues se mantiene el conflicto, y tampoco de que aquel territorio y el entorno relacionado con la frontera rusa ya no sea un objetivo de primer orden en la estrategia occidental.
El general Leonid Ivashov, actual presidente de la Academia de Estudios Geopolíticos de Rusia advirtió recientemente sobre las consecuencias dramáticas que podrían desprenderse de la crisis ucraniana.
El militar señaló que “parece hoy que responsables clave en el seno de la Unión Europea, así como el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, están consagrados al estudio de la doctrina del Dr. Goebbels… Ellos presentan todo en un sentido contrario al de la realidad. Esta fue una de las fórmulas que la propaganda nazi empleó con éxito. Ellos acusan de agresión a la parte que quiere defenderse. Eso es lo que nosotros vemos en Ucrania y en Siria hoy en día. Se trata de un proyecto occidental de una guerra de nuevo tipo. En los dos casos vemos un enfoque claramente anti-ruso. Es bien conocido que las guerras comienzan con operaciones de guerra psicológica y de manipulación de la información”.
El general destacó que “navíos estadounidenses entran en el Mar Negro y navegan cerca de Ucrania. Ellos envían a sus marines y carros de combate a Europa. Después de la guerra de información, ellos preparan una operación terrestre y naval y quizás aérea.”
De lo que, tanto Rusia como algunos otros países de la región euroasiática, están claros es que lo que ocurre en Ucrania es más que todo la preparación de una guerra mayor contra Rusia, dirigida por Washington con la utilización servil de estados de la Unión Europea.
Un análisis aparecido en la Red Voltaire, fechado en Canadá el pasado 29 de octubre, recuerda que en 1990, se prometía a la Unión Soviética que la OTAN no trataría de extenderse hacia el este aprovechándose del vacío que dejaba la URSS al retirarse del este de Europa. Hoy en día, Estados Unidos niega haber aceptado ese arreglo, pero el peso de las pruebas sugiere que –en efecto– Washington rompió las promesas que había hecho al entonces mandatario soviético Mijaíl Gorbachov.
Fueron años donde los llamados “liberales” rusos que seguían los consejos de Occidente para aplicar medidas de choque y privatizaciones, batieron palmas mientras la economía de esa gran nación se venía abajo.
La Red Voltaire señala en su artículo que el entonces mandatario ruso, Boris Yeltsin hizo el papel de bufón para rendir pleitesía a Estados Unidos mientras unos cuantos de sus amigos se enriquecían en detrimento del pueblo.
Todas las promesas de no expandir la OTAN hacia territorio ruso fueron burladas con la entrada a la organización de 12 países del Este Europeo. Se sabía desde los primeros años de la década del 90 y con posterioridad a ella, que el plan de Washington era cercar a Rusia.
Los europeos prefirieron olvidar que desde territorio ruso reciben un alto por ciento del gas natural que consumen, y se arrodillaron a Estados Unidos para aplicar sanciones contra Moscú, con falsas acusaciones relacionadas con el tema ucraniano.
Ni una palabra se decía por Occidente sobre el golpe de Estado orquestado por Washington contra el gobierno legítimo de Kiev. La artillería pesada del poder mediático se concentró en acusar a los rusos de apoderarse de Crimea y querer hacer lo mismo con las regiones fronterizas en Dombás.
Si existen dudas de la vigencia del tema Ucrania en la aspiración geopolítica de Washington y la OTAN de sitiar a Rusia y emprender otras acciones contra ese país, recordemos que en Kiev el ministro “ucraniano” de Finanzas es un ciudadano estadounidense; el gobernador de Odesa, Mijaíl Saakashvili, es un prófugo reclamado por la justicia de Georgia; el embajador de Estados Unidos en Kiev se comporta como un procónsul. Y el encargado de aplicar las órdenes de Estados Unidos es el actual presidente Petro Porochenko, alias «el rey del chocolate», como se recoge en el citado despacho noticioso de la Red Voltaire.

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