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Trump: ¿advertencia o presión a la ONU?

20 de marzo de 2017

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Soy del criterio que es Estados Unidos el país más beneficiado por la ONU cuando de resoluciones y otros asuntos de interés global se trata.

Principalmente su Consejo de Seguridad ha sido un mecanismo utilizado por Washington cada vez que lo ha considerado apropiado a la hora de defender la hegemonía norteamericana en el contexto internacional.

O es que puede olvidarse cuantas veces el veto de Estados Unidos ha impedido resoluciones en busca de la paz y otras.

Y no solo esto. ¿Cuántas veces los gobiernos de turno en la Casa Blanca han ignorado la ONU –las peores de todas las burlas– y ha emprendido invasiones y guerras sin que ese organismo analice o formule alguna resolución al respecto?

En ese vaivén ha transitado Naciones Unidas, foro con marcados signos antidemocráticos y donde los anfitriones de la sede, por ser los que más dinero aportan, utilizan sus mecanismos acorde con la corriente que beneficie o no a sus intereses.

Aún así, el nuevo mandatario de la Casa Blanca, el multimillonario y nada político Donald Trump, ha presentado al Congreso este fin de semana un presupuesto que rebaja drásticamente las contribuciones norteamericanas a Naciones Unidas y sus dependencias.

La noticia, aparecida en un despacho de la agencia EFE fechado en Washington refiere que el plan presupuestario para el 2018 presentado por Donald Trump reduce significativamente los aportes de Estados Unidos a la ONU y el gasto del Departamento de Estado.

De un brochazo se elimina el dinero para la Iniciativa Global de Cambio Climático y los aportes al Fondo Climático Verde de Naciones Unidas.

De esta forma estos programas ahora son coordinados por el Departamento de Estado, al que Trump elimina un 28% del presupuesto.

Otro recorte está referido a las labores de pacificación que emprende la ONU, al que se le establece ahora un límite del 25%.

La explicación del mandatario es que “el presupuesto busca reducir o finalizar la financiación directa para organizaciones internacionales cuyas misiones no avanzan de manera sustancial en los intereses exteriores de EEUU”.

Un elemento contradictorio en este nuevo plan económico norteamericano es que mientras disminuye la cantidad de dinero para gestiones del Departamento de Estado relacionadas con la búsqueda del cese de la guerra en Siria e Irak, mantiene la aportación de 3 100 millones de dólares anuales como ayuda militar a Israel.

Vale recordar que ha sido por decenios el gobierno de Estados Unidos quien ha utilizado al Consejo de Seguridad de la ONU para que ninguna resolución condenatoria de los crímenes israelíes pueda aprobarse, o lo que es igual, para que su aliado de Tel Aviv no pueda ser dañado ni por el roce de un pétalo de rosa.

En fin, que los recortes presupuestarios propuestos por Trump y que afectarían grandemente a la ONU, pueden ser más que todo una medida de presión para que la organización internacional siga respondiendo a los intereses de Washington.

Por ahí me parece que anda el sentido de que un nuevo gobierno en la Casa Blanca, quiera desde sus inicios, advertir al nuevo secretario general de Naciones Unidas, que los anfitriones pueden cortar el agua y la luz de no seguirse cumpliendo cada uno de los objetivos de Estados Unidos.

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