Trump, aberración y distorsión
8 de mayo de 2025
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Al parecer faltan muchas cosas por ver —y de las cuales sentirse abochornado el mundo— en el andar de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
La semana que recién concluye ha sido testigo de las más inverosímiles distorsiones históricas relacionadas con la Primera y Segunda Guerras mundiales, y el 80 aniversario de la Victoria sobre el fascismo alemán que se festeja por estos días.
También esta semana la comunidad católica mundial aún llora por la muerte del Papa Francisco, ese hombre bueno que tantos valores aportó a la vida cristiana y que hizo el bien, fundamentalmente, cuando se trataba de los seres humanos más pobres, víctimas de las egoístas políticas no inclusivas, predominantes en el mundo.
Trump, que había afirmado que a él «le gustaría ser Papa», apareció ahora con su imagen generada por la inteligencia artificial, en la que se le ve vestido como Santo Padre.
La vestimenta del Sumo Pontífice, ahora supuestamente utilizada por Trump, solo puede verse como un acto de irrespeto, no sólo con los creyentes y seguidores de la religión católica, sino como una vulgar pantomima en descrédito de la humanidad.
No hay que dudar que Trump lo que buscaba esta vez, similar a lo que persigue mediáticamente cada día, era mostrarse como lo que es, y que el mundo mediático se llene de clic, réplicas, memes y críticas, en las que aparezca el nombre del republicano y, más aún, su imagen, aunque fuese ataviada debajo de una sotana que como impostor, ha hecho circular por el mundo.
Las críticas contra Trump se leen, ven o escuchan en muchos lugares del Planeta y no sólo por parte de los simpatizantes con el Papa recién fallecido, o la religión católica, sino por un mundo que se ve invadido por la tóxica comunicación en manos de mentes trocadas, aunque tengan el título de presidente de un país.
El tema ha causado un revuelo tal que hasta la Conferencia Católica del Estado de Nueva York acusó a Trump de burlarse de la fe.
Esta propia semana, el mandatario republicano, también – y replicando su eslogan de «América será lo más grande»— arremetió contra la historia y descolocó de sus verdaderos lugares, hechos que ahora él cuenta de forma distinta.
«Ganamos ambas guerras mundiales, nadie se nos acercaba en términos de fuerza, valentía o brillantez militar» aseguró, me imagino que a sabiendas de que lo expresado era una gran distorsión de los hechos.
Y prosiguió en su cuenta de la red Truth Social: «Hicimos mucho más que cualquier otro país para lograr un resultado victorioso en la Segunda Guerra Mundial. Por la presente, renombro el 8 de mayo como el Día de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial».
Es posible que el gobernante estadounidense ni siquiera se detenga a pensar en cuál será la opinión de los familiares de quienes por cientos de miles resultaron muertos y mutilados por los efectos de las dos bombas nucleares lanzadas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, cuando ya el ejército Rojo de la Unión Soviética había llegado triunfalmente hasta la guarida de Hitler en Berlín y obligó a las fuerzas nazifascistas a firmar la capitulación.
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