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Tropas yankis, neoliberalismo y basura

2 de julio de 2015

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Pienso que ya desde que aceptó que Perú se integrara a la neoliberal Alianza del Pacífico, el presidente Ollanta Humala abrió amplios resquicios que impedían cumplir su proyectada política de proteger los derechos humanos del pueblo.
Si esperanzas tuvimos de que un mandatario se fuese por encima de las diferencias entre partidos para lograr el bienestar general, independientemente de las limitaciones ideológicas, estas se han ido alejando, cuando se trata de inflar una macroeconomía que solo beneficia a los más poderosos.
Porque no hacemos nada con crecer y crecer y presentar altas cifras de desarrollo, si en la práctica sigue aumentando la miseria o por lo menos los beneficios no son proporcionales a las amplias entradas comerciales, producto de la exportación de oro y otras riquezas minerales y agropecuarias.
Cierto que se dice que la pobreza ha disminuido, pero ello no es nada si no hay un desarrollo sostenible, porque los guarismos negativos vuelven a aumentar.
Veamos un ejemplo que se mantiene desde hace años. Hay en Perú unas 35 000 familias en situación de pobreza y extrema pobreza, sin servicios de agua y desagüe, que tienen como su principal fuente de ingresos el reciclaje de basura en el distrito limeño de Carbayllo, donde sobresale el paupérrimo barrio marginal de Valle Sagrado. Allí las familias trabajan en las partes traseras de sus viviendas, lejos de las miradas de los curiosos y para evitar problemas con las autoridades, ya que el trabajo de menores de 14 años está prohibido.
En las Lomas de Carbayllo, que es su nombre oficial, la edad promedio de inicio laboral de la mayoría de niños oscila entre los siete y diez años, pero existe la tendencia creciente de menores que se incorporan al trabajo a una edad aún más temprana, incluso desde los cuatro a seis, señaló un informe de la organización no gubernamental Centro de Estudios Sociales y Publicaciones. Expuestos al humo, además de la contaminación ambiental por explotaciones de canteras mineras y fundiciones de plomo cercanas, las principales enfermedades reportadas por estos niños son las infecciones respiratorias. También padecen mareos y dolores de cabeza, males diarreicos, dolores en el cuerpo, columna y piernas, así como afecciones a la piel y parasitosis intestinal. Además, existe el riesgo de pincharse con agujas hipodérmicas de los desechos de hospitales, cortarse con vidrios o quemarse.
El ausentismo o el bajo rendimiento escolar es una realidad común para los niños recicladores de basura, perpetuándose así el círculo vicioso de la pobreza.
Un periodista amigo de El Comercio, un diario conservador peruano, comentó que trabajadores de la salud llegaron en marzo último al lugar, acompañado de una lugareña que les servía de guía y empezaron a tomar fotos. Los pobladores se dieron cuenta y no les gustó eso. Cuando regresaron,  pusieron botellas rotas en la pista para que no pasara el vehículo que los transportaba.
El motivo del recelo ante los extraños se remonta a hace años, cuando se realizó un reportaje sobre los niños trabajadores de los basurales de Perú. A partir de entonces, las autoridades prohibieron el ingreso de recicladotes, y menos de niños, al basurero municipal El Zapallal, malográndoles el negocio. Se pasó trabajo para convencer a los agresivos moradores a que retiraran el bloqueo.Todo este panorama desastroso se acaba de completar con la aquiescencia oficial a la política de Estados Unidos de usar la lucha contra el narcotráfico como pretexto para enviar sus tropas a Perú, pese a que su verdadero objetivo es ocupar posiciones estratégicas en la región ante una eventual agresión bélica en Suramérica.
Para el dirigente comunista peruano Tony Valer, ello es una prueba del “entreguismo del gobierno del presidente Ollanta Humala y del Congreso peruano, al permitir la presencia de fuerzas que nada tienen que hacer en nuestro país”.
Ello ocurre mientras suceden escándalos de corrupción en las filas de la inteligencia peruana, relacionados con su par de Chile, y en el vecino Ecuador la reacción derechista que encabezan los multimillonarios emprenden una ofensiva para derribar al gobierno del presidente Rafael Correa y su Revolución Ciudadana.

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