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Tratado engañoso e ineficaz

9 de abril de 2013

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Acaba  de aprobarse en la Asamblea General de Naciones Unidas el primer tratado mundial que busca regular el comercio internacional de armamentos que, tras siete años de discusiones en diversas comisiones y grupos de trabajo, llegó sesgado y mutilado en lo que hubieran podido ser sus consideraciones fundamentales y haberlo convertido, de ese modo, en un verdadero aporte a la causa de la paz.

Baste decir que Estados Unidos, -el primer país armamentista del planeta,-sede del más poderoso complejo militar-industrial y poseedor del más elevado presupuesto de guerra en la historia de la humanidad, votó ahora complaciente a favor del citado acuerdo, al que se había opuesto hasta el pasado mes de julio, e incluso su actual gobierno llegó a prometer que el documento sería ratificado por el Senado, el mismo Senado que hasta el momento ha sido incapaz de aprobar la tan mentada “ley de control de armas” para poder regular siquiera mínimamente ese tráfico criminal que hoy sume en la desesperación y el miedo a la sociedad estadounidense.

Repleto de ambigüedades y limitaciones, un tratado de tal naturaleza que hubiera merecido la unanimidad de la Asamblea tuvo importantes abstenciones e incluso votos en contra, lo cual influirá seguramente en la posibilidad de obtener las 50 ratificaciones necesarias para entrar en vigor en un plazo de dos años aproximadamente, según se pretende.

Factores políticos internos dentro de las principales potencias occidentales, integradas en la OTAN, algunas de ellas miembros permanentes del Consejo de Seguridad, no son ajenos a todos estos manejos que persiguen aparentar una preocupación que no es real, pues buscar evitar las preocupaciones y el disgusto de los grandes fabricantes de armamentos, que son financieros de campañas electorales y de jugosos presupuestos de publicidad otorgados a los consorcios de medios de comunicación.

El mencionado tratado no impide ni interfiere en el tráfico doméstico de armamento dentro de cualquier país y tampoco lo hace seriamente por evitar un comercio mundial que se calcula en 60 mil millones de dólares anualmente y es la fuente que nutre al crimen organizado, el mercenarismo y el terrorismo.

El tratado aprobado otorga a los principales productores y exportadores de armamento el privilegio de evaluar por si mismo las operaciones de renta, con lo cual queda satisfecha la Asociación Nacional del Rifle (NRA) de Estados Unidos, país al que corresponde el 30 % del mercado internacional de armas de todo tipo.

Significativamente, se excluye cualquier regulación relacionada con los aviones no tripulados (drones), los transportadores blindados de tropas y los calificados como “equipos destinados a las fuerzas del orden”, que no se detallan específicamente.

Tampoco deja de ser llamativo, como señalamos anteriormente, que la Administración Obama, consistente opositora del tratado hasta hace pocos meses, se convirtiera repentinamente en su impulsora. Medios de prensa han señalado que tan abrupto cambio de posición se relaciona con el litigio que está teniendo lugar internamente en el seno del Imperio, acerca de la ley de control de armas y las pretensiones de la actual Administración en cuanto a utilizar esta decisión de la Asamblea General de la ONU como aval y apoyo para la aprobación de la controvertida ley por parte del Congreso.

Es una verdadera lástima que las principales potencias occidentales hayan frustrado una vez más,  con la hipocresía y el doble rasero que las caracteriza, la posibilidad de alcanzar una tratado justo y con equidad, como una construcción sólida y transparente a la ansiada paz mundial.

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