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Tras el referéndum

11 de diciembre de 2018

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Sin lugar a dudas, el referéndum efectuado en Perú fue un triunfo para el presidente Martín Vizcarra, al hacer aprobar por el pueblo tres de las cuatro preguntas al respecto –diría las más importantes–, en tanto salía derrotado un Congreso aún controlado por la opositora Fuerza Popular, representante del fujimorismo, que ha acusado serias y consecutivas pérdidas, como la más reciente derrota en las elecciones regionales.

Los proyectos que fueron sometidos a referéndum son la nueva conformación de la Junta Nacional de Justicia (antes Consejo Nacional de la Magistratura), la no reelección inmediata de congresistas, el retorno de la bicameralidad en el Parlamento y el financiamiento privado a los partidos.

La resolución suprema que convocó al referéndum señala que la consulta popular está reconocida por la Constitución y se encuentra establecida por una sentencia del Tribunal Constitucional en 1996.

Los resultados generales de la consulta quedaron así:

  1. ¿Aprueba la reforma constitucional sobre la conformación y funciones de la Junta Nacional de Justicia, antes Consejo Nacional de la Magistratura? SÍ 87.1% NO 12.9%
  2. ¿Aprueba la reforma constitucional que regula el financiamiento de organizaciones políticas? SÍ 85% NO 15%
  3. ¿Aprueba la reforma constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la República? SÍ 85.2% NO 14.8%
  4. ¿Aprueba la reforma constitucional que establece la bicameralidad en el Congreso de la República? SÍ 14.9% NO 85.1%

Este mandatario, todavía con una pálida actuación, debido a los vaivenes impuestos por el neoliberalismo, tendrá que relanzar su relación con un Congreso derrotado con la aprobación de la no reelección parlamentaria y el rechazo a la bicameralidad.

Este Parlamento tiene la mancha de haber aprobado normas polémicas, como la del financiamiento ilegal a los partidos, que luego son observadas por el Ejecutivo. Todavía hay que contar con que la fujimorista Fuerza Popular, aunque debilitada por falta de dirección, aún puede interponerse en el camino de Vizcarra, quien utilizará seguramente su triunfo y aumento del caudal político para apuntalar un reforma educativa que sea popular y no subordinada a los intereses de los legisladores renuentes a ella.

También Vizcarra puede apoyarse en su política anticorrupción, que le ha dado frutos, sobretodo porque los casos que se presentan en Perú relacionados con la empresa brasileña Odebrecht, si tiene notorios puntos de veracidad, distantes de lo que se ha hecho ilegalmente en otros países para sacar del juego político a figuras netamente progresistas y queridas por el pueblo.

En este contexto, puede consolidar su gobierno, hasta ahora incoloro y falta de personalidad durante sus ocho meses de mandato, por lo cual podría plantearse la reconformación de su gabinete, a partir de este éxito político.

A diferencia de Vizcarra, el gabinete ministerial se ha desgastado en los últimos meses, aunque el Presidente no quiere deshacerse del primer ministro César Villanueva, quien hasta ahora no ha tratado de hacerle sombra, se asegura, por lo cual tendrá que mejorar el trabajo de varias carteras que no han hecho nada para atender las numerosas demandas populares en relación con la mejora de la calidad de vida.

Y aunque las encuestas ahora le son propicias, Martín Vizcarra no puede sustentar su mandato en base al aumento de su popularidad, porque esta se convierte en efímera, si no la acompaña con hechos.

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