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Tráfico contra la vida

3 de abril de 2014

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El hallazgo de por lo menos diez cadáveres de niños en México que les habían sido extraídos algunos de sus órganos y el aumento del tráfico ilegal al respecto en el mundo son dos de los muchos aspectos de una lamentable situación derivada de la explotación del hombre por el hombre.
El hambre, la miseria, la necesidad, puede hacer que una persona tenga que ofrecer en venta parte de su anatomía para no perecer junto a su familia. Así, el mexicano Nelson Vásquez Arboleda publicó en Internet: “Vendo riñón en excelente estado, tengo 32 años y una vida sana. Mi correo es nelsonva9081@hotmail.com para detalles.
Relacionada con la noticia que encabeza este comentario, se reporta que millón y medio de niños son objeto anualmente de transacciones comerciales en el mundo.
A pesar de que centenares de miles de inmigrantes son expulsados cada año de Estados Unidos, cerca de un millón son introducidos ilegalmente, de ellos unos 50 000 menores de edad, parte de los cuales terminan siendo víctimas del tráfico de órganos.

 

SIN CONFUSIÓN

 

Muchos cubanos y personas del resto del mundo donan sus órganos al fallecer, conocedores que el trasplante es actualmente la mejor alternativa de tratamiento y en muchos casos la única, para la falla terminal e irreversible de órganos vitales como el corazón, el hígado o los riñones.
Para que con el trasplante se puedan salvar vidas humanas, se necesitan órganos y para tener órganos se necesitan donantes. Sin órganos no hay trasplantes y sin donantes no hay órganos.
En Estados Unidos, cada seis minutos, fallece una persona en espera de un órgano y cada año un 20% de los pacientes en lista de espera para el trasplante muere sin haber podido conseguir el requerido.
Tradicionalmente, se pueden conseguir los órganos a partir de donantes vivos familiarmente relacionados, principalmente hermanos, padres o hijos. Esto sin embargo no siempre es posible y en circunstancias especiales pueden conseguirse de cónyuges y amigos. La donación honesta debe ser anónima, altruista, solidaria, por amor al prójimo y sin que por ella exista ningún tipo de retribución económica. Para lograr la realización de los trasplantes con donantes cadavéricos, se requiere un alto grado de sensibilización y conocimiento por la población de los resultados perseguidos. Esto se consigue únicamente gracias al concurso de la sociedad en su conjunto y muy especialmente del Estado, la prensa, los educadores y las sociedades médicas. Esto es lo ideal.

 

UNA TRISTE REALIDAD

 

A pesar de estos esfuerzos mancomunados, la tasa de donantes se mantiene estancada y el número de pacientes condenados a morir por falta de un órgano es cada vez mayor. A fin de incentivar la donación y disminuir esta brecha entre oferta y demanda, en muchos países se ha implementado el pago de los gastos funerales del donante, el otorgamiento de un seguro médico y la reducción de los impuestos para sus familiares.
Pero es insuficiente, por lo que los explotadores de siempre aprovechan para incentivar el ilegal tráfico de órganos, o sea, la compra y venta de una parte del cuerpo.
En otras palabras, la obtención de un riñón por un paciente rico y desesperado de seguir viviendo a partir de un donante vivo, pobre y también desesperado de conseguir algo de dinero para satisfacer sus necesidades básicas.
Y es que el comercio de órganos ocurre sobre todo en naciones en las que coexisten minorías bien acomodadas con mayorías pobres, con marcadas diferencias entre ambas, con un alto grado de injusticia social, sin leyes que regulen la práctica de los trasplantes; y en países en los que no existe la injerencia del Estado en el control de la actividad trasplantadora.
Las mafias también se sirven de la pobreza para comprar órganos y revenderlos a mayor precio, sin necesidad de acudir al rapto y asesinato, como aun ocurre en México. Cualquier grupo recluta gente dispuesta a vender uno de sus riñones. Para ello, algunos de sus integrantes viajan a las ciudades más pobres para encontrar “voluntarios”.
Solo la consolidación de gobiernos que actúen consecuentemente para salvaguardar los derechos humanos puede enfrentar este problema.
Mientras tanto, como ocurre con las drogas, es difícil parar este tráfico contra la vida.

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