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Todas las opciones son buenas

8 de julio de 2014

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Por estos días he oído discusiones acerca de cómo aumentar la producción y productividad agrícolas en diversas partes del mundo, incluida Cuba, con el fin no solo para asegurar la indispensable alimentación, sino también reducir las importaciones en un rubro en el que se necesita ser más eficiente.
Es un problema que no es solo para los países subdesarrollados, sino que abarca naciones industrializadas como Estados Unidos, donde se ha perdido más del 30% de las propiedades agrícolas en el curso de las últimas décadas, debido a que comenzaron a predominar megaplantaciones que utilizan transgénicos e industrializan la agricultura.
Quizás muchos piensen que ello no debe preocupar a los habitantes de una nación en la que los anaqueles de los supermercados norteamericanos “revientan” en la variedad de la oferta de artículos, como una gran fiesta del consumismo, no del consumo, y sí a un mundo pauperizado donde cada cuatro segundos alguien muere de hambre, más de mil millones de seres humanos la sufren y siete de cada diez son mujeres y niños.
Cierto, la injusticia social tiene que ver mucho en esto, además de que parte de la producción alimentaria agrícola y la procedente de mares y ríos, se dedican a alimentar ganado que se consume mayoritariamente en el Norte desarrollado.
La exclusión política y económica hace también que millones de personas no puedan adquirir alimentos, aunque sean de baja calidad, porque no tienen recursos para ello.
Hay culpabilidad del alto crecimiento demográfico, el aumento de la riqueza de quienes más tienen y el uso de granos para alimentar automóviles, entre otros males.
Pero aunque se dice que es irrazonable que se pase hambre en el mundo, si la producción de alimentos es suficiente para todos, hay que admitir la erosión del suelo, el agotamiento de los acuíferos, la pérdida de tierras agrícolas para la utilización en otros fines, el desvío de agua de riego a las ciudades, el estancamiento de los cultivos en la agricultura de los países avanzados y las olas de calor que extinguen siembras y derriten glaciares.
No obstante lo anterior, está comprobado que cuando se crean condiciones para trabajar, el rendimiento agrícola es inmensamente superior, y en ello tiene que ver la labor del campesinado.
No tiene que ser en enormes extensiones, también valen las pequeñas parcelas, para logar la solución de un problema en que todas las opciones son buenas.
Siempre hablamos de que a la producción agrícola debe industrializarse o utilizarse transgénicos para resolver los problemas, pero se olvida que si cada campesino tuviera su parcela o trabajara con otros, mancomunadamente, todo sería más fácil. Pero está sucediendo lo contrario.
La gran mayoría de los que producen alimentos son los campesinos, pero tienen muy poca tierra agrícola, debido al avance de la agricultura industrial, la desmedida urbanización, los megaproyectos energéticos, carreteros y otros que los desplazan de sus tierras, les quitan el agua y contaminan sus semillas y territorios.
La especialista mexicana Camila Montecinos advierte que la concentración de la tierra agrícola en cada vez menos manos, está relacionada directamente con el número de gente con hambre.
Por ello, las denominadas cruzadas contra el hambre son generalmente instrumentos de propaganda de los gobiernos, mientras las causas reales son el despojo de tierras, agua y semillas.
A su vez, Silvia Ribeiro, del español Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, muestra como la gran producción industrial oculta su ineficiencia dando valores aislados de productividad de cada cultivo por hectárea, sin reportar los insumos reales, energía, maquinaria y derivados de petróleo, mientras que los campesinos producen, crían, y recolectan una gran diversidad de cultivos, plantas, frutos y animales en un pequeño espacio.
Tema este muy importante para nuestra salvación, en la que juega un papel primordial el respeto a la diversidad y las formas de producción campesina, incluida la urbana, como se lleva a cabo en los organopónicos cubanos.

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