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Tiempo de cambio

31 de enero de 2013

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La noticia es grave, pero no sorprende: la cifra de desempleados ascenderá a por lo menos 200 millones en este 2013 y la desaceleración de la economía mundial seguirá otros dos años. Tampoco extraña la aceptación – ¡qué remedio!- por el Fondo Monetario Internacional de que subestimó las medidas de austeridad que hizo tomar a numerosos gobiernos, las cuales redundaron en el alza del desempleo y la baja del Producto Interno Bruto.
El Fondo, junto al Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, las transnacionales y otros elementos que se reúnen cada año en Davos, Suiza, de forma sofisticada o no, llegan a plasmar toda una política de terror financiero, con el fin de hallar una fórmula para enfrenta la crisis internacional.
Cuando hay desempleo (record en Europa, principalmente en España y Grecia), e independientemente de las características de cada nación, aumenta la inseguridad social, hace más deficientes una salud y educación que no son gratuitas; crece la mortalidad infantil, se descuida la necesaria alfabetización y se hace desastrosa la agricultura.
Desde el 2011, los mercados laborales se veían muy afectados por la desaceleración del crecimiento, y más cuando no se habían recuperado de la crisis económica que comenzó tres años atrás, lo cual hizo que en el 2012 faltaran más de 50 millones de empleo para aliviar en algo la situación.
Y he aquí el “pecado” reconocido ahora por el FMI y que la Organización Internacional del Trabajo ya había señalado desde mediados del pasado año, al alertar sobre una nueva y más profunda crisis mundial del empleo:
La combinación entre austeridad fiscal y drásticas reformas laborales, plan adoptado por gobiernos con economías avanzadas, se ha aplicado de tal manera que ha profundizado el problema y puede conducir a otra recesión mayor en Europa.
Otro factor es la pérdida de competencia y la desmoralización de personas que buscan trabajo en naciones desarrolladas, lo cual se une a que las pequeñas empresas no encuentran crédito, y no pueden generar puestos de trabajo, por lo que, considera la OIT, no se vislumbra una solución hasta por lo menos el 2016.
Ya lo habíamos abordado en esta página web hace algunos con consideraciones que se mantienen vigentes: no importa que se debata en la peor recesión de su historia, que su moneda valga ahora 30 veces menos que tres décadas atrás, porque el sistema imperialista de la globalización neoliberal incorpora el terrorismo económico como parte orgánica de su modo peculiar de funcionamiento.
No estalla en un momento, sino que se mantiene latente las 24 horas del día, con lo que provoca más muertes por hambre, pobreza, desempleo y enfermedades curables que guerras enteras. No mata con balas, sino con explotación. Cada año mueren unos 12 millones de niños por enfermedades prevenibles y curables con medicamentos de pocos centavos de dólar
Recuerda el especialista cubano Osvaldo Martínez que el triunfo del neoliberalismo mundial fue la derrota del Estado intervencionista y regulador para abrir paso al mercado desregulado, ultraliberal, defendido por el único pensamiento de hacer superganancias.
El capitalismo de nuestros días ha convertido la economía real, esa que produce bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas, en una dependencia de la especulación financiera.
Se sigue hablando de la transparencia informativa o estricta supervisión bancaria, pero esto no ha llegado realmente a los inversionistas que operan en paraísos fiscales, quienes no rinden cuentas a nadie y tienen una base monetaria de tal magnitud que pueden desestabilizar gobiernos y desplomar tasas de cambio de monedas nacionales.                        Y vean como se “premia” a los culpables que, repito un ejemplo necesario: en la crisis de los años 30, muchos banqueros en bancarrota se suicidaron. Pero en la de ahora, reciben compensaciones por sus “pérdidas” o ganancias dejadas de obtener con el dinero del contribuyente, es decir, del pueblo.
Por supuesto, que el principal artífice de todo esto es Estados Unidos, cuya política de hegemonismo e intervención genera tensión en gran parte del mundo,
Cincuenta y siete de 107 países que pudieron ser analizados sufren la degradación del clima social, principalmente en África Subsahariana, Medio Oriente y África del Norte, donde de forma directa u oblicua se puede hallar la mano del Imperio, con el consiguiente aumento de la pobreza, que se extiende también en naciones desarrolladas, donde en muchos de ellos ya no hay amparo en los convenios colectivos de trabajo.            Urge un cambio que debe ser estructural y provenir de gobiernos con consenso popular y no del FMI y otras entidades promotoras de los denominados paquetes de recortes y reducciones de los gastos sociales, todo lo cual ahonda el malestar general.

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