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Test rápido a mercenarios de San Isidro

27 de noviembre de 2020

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Cuando por estos días finales de noviembre una pésima noticia trata de empañar una gran obra, valdría la pena concebir un test rápido, no sólo para conocer si los involucrados están contagiados con la Covid-19, sino —y muy importante— para desenmascararlos como mercenarios que son.
Sabrán quienes tratan de llamar la atención mediática desde una vivienda en calle Damas No.955, sede del llamado movimiento San Isidro, en el capitalino municipio de La Habana Vieja, cuan repudiados resultan los seguidores de aquellos marines que el 11 de marzo de 1949 se subieron al monumento de José Martí en el Parque Central, un verdadero ultraje al más universal y patriota de todos los cubanos.
Hoy, los que se anidan tras el velo de un ente contrarrevolucionario que busca financiamiento desde Estados Unidos violan reglas sanitarias imprescindibles en tiempos de pandemia y reciben a algún ciudadano extranjero procedente de naciones con alto índice de contagios, además realizar acciones groseras ante pobladores de una comunidad de personas humildes, decentes y revolucionarias, que no olvidan ni por un instante lo hecho por la Revolución.
Es decir, que a sus actos de mercenarismo barato, suman violaciones sanitarias. Unas y otras, no pueden ser permitidas y sus irresponsables actores tendrán que responder por ellas.
Vuelvo al tema de los test a que debieran ser sometidos personas con tan bajas cualidades sociales, y acudo a otros hechos, ocurridos en la propia zona de La Habana Vieja en la que ellos hoy pretenden refugiarse para sus fechorías.
Serán estos mercenarios abanderados de quienes en una fecha tan temprana como el 4 de marzo de 1960, hicieron estallar el buque francés La Coubre, que transportaba armas y municiones adquiridas por Cuba para defender su ya amenazada Revolución.
Sería oportuno recordar a estos sujetos que aquella acción, además de privar a la Isla de tan necesarios armamentos, causó un centenar de civiles muertos y heridos.
Pueden imaginarse estos vulgares personajes que alguna persona, sea del propio territorio o del más apartado paraje de Cuba, podría aceptar que grupúsculos como el de San Isidro, puedan echar raíces en una tierra abonada con la sangre de miles y miles de cubanos, tanto los que combatieron contra el colonialismo español en las Guerras de Independencia, como los que asaltaron al Moncada, vinieron en el Grama y combatieron en la Sierra y los llanos, hasta la fecha gloriosa del primero de enero de 1959.
Un buen test debe refrescar la historia de una Habana que el 27 de noviembre de 1871, fue escenario de uno de los crímenes más horrendos cometidos por el colonialismo español en Cuba: el fusilamiento de 8 inocentes estudiantes de medicina, precisamente allí, en la misma entrada de la Bahía donde hoy se levanta un obelisco para recordarlos siempre.
Recuerden eufóricos mercenarios de poca monta, que esa Habana Vieja que pretenden manchar con sus «hazañas», tiene un Centro Histórico, que fue declarado por la UNESCO, el 14 de diciembre de 1982, con la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Más recientemente, la declaración como Ciudad Maravilla del mundo moderno, nos refuerza nuestro compromiso, de hoy y siempre, de no permitir que en ella aniden grupúsculos contrarrevolucionarios o crezcan malas yerbas como las que hoy quieren echar raíces en el llamado movimiento San Isidro.
Recuerden que esa Habana tiene un guardián que, desde donde quiera que se encuentre, cuida de su patrimonio, ese que convirtió en realidad el hombre bueno con nombre de Eusebio Leal…

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