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Terribles realidades

2 de abril de 2020

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No hay dudas ya de que el coronavirus está matando a decenas de miles de seres humanos. Pero, otra realidad, letal en igual forma, está desnudando a políticas y políticos de muchos países, donde la epidemia evidencia la crisis sanitaria, la falta de previsión para este tipo de emergencias, la carencia de profesionales de la salud, entre otras.

Entre cientos o quizás miles de despachos noticiosos de todo el mundo, traigo hoy a este comentario, la realidad que se vive en Guayaquil, Ecuador, ciudad industrial de esa nación donde todos las informaciones sobre el COVID-19, son aterradoras.

Usaré noticias publicadas en la prensa ecuatoriana, así como despachos de agencias como BBC Mundo, entre otros.

Se habla con insistencia de la saturación del proceso de enterramiento de los muertos, según varios relatos de personas cuyos familiares han fallecido a causa del virus o por otros motivos.

Hasta el 1 de abril, en la provincia del Guayas, donde se encuentra Guayaquil, tiene más víctimas del COVID -19 que naciones latinoamericanas enteras: 1 615 infectados y 52 muertos.

Refiere la citada agencia de prensa: «Mi tío murió el 28 de marzo y nadie viene a ayudarnos. Vivimos al noroeste de la ciudad. Los hospitales le decían que no tenían camillas y falleció en casa. Nosotros llamamos al 911 y nos pidieron paciencia. El cuerpo sigue ahí en la cama donde falleció, porque nadie lo puede tocar ni nada de esas cosas», cuenta Jésica Castañeda, sobrina del difunto Segundo Castañeda.

Y seguidamente relata el caso de otra joven guayaquileña quien pidió el anonimato, y relató que su padre murió en sus brazos y estuvo 24 horas en la casa.

«Nunca le hicieron la prueba del coronavirus, solo nos decían que nos podían agendar una cita y que tome paracetamol. Tuvimos que retirar el cuerpo por medio de particulares porque no tuvimos respuesta del Estado. Uno siente impotencia al ver a su padre así y tener que salir a pedir ayuda».

También se recogen testimonios como el de Wendy Noboa, quien cuenta la historia de su vecino Gorki Pazmiño, quien murió el domingo 29 de marzo, de una causa que no tiene nada que ver con el coronavirus.

«Él se cayó y del golpe en la cabeza murió. Yo llamé al 911 y nunca vinieron. Él vivía con su papá, que tiene más de 96 años, por eso mi angustia. Permaneció en el piso todo un día, hasta que vinieron familiares con la caja para sepultarlo. Pero no lo pudieron sepultar porque no había médico que firmara el certificado de defunción».

Se refleja en los medios que, ante tan desesperada situación, la periodista Blanca Moncada, del diario Expreso, ha comenzado una cadena en Twitter solicitando información de familiares y vecinos de personas que se encuentren en estos lamentables casos.

«Tomé esta decisión por el grito desesperado de muchos ciudadanos que tienen que esperar hasta 72 horas e incluso más para que las autoridades recojan los cadáveres que permanecen en las casas; busco cuantificar la magnitud de esta tragedia porque, en cuestión de cifras, Guayaquil es en este momento una gran nube gris», explicó la reportera.

Recordemos que en Ecuador, hasta el pasado año, brigadas médicas cubanas brindaban ayuda a esos que en Guayaquil, en Quito o en los más apartados parajes de la geografía de esa nación, necesitaban atención médica, los que ahora quedaron desamparados luego que una decisión política del actual presidente Lenin Moreno, pusiera fin a la solidaridad cubana en el campo de la salud.

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