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Tensa calma

14 de febrero de 2018

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La tensa calma que rodea el escenario donde se llevan a cabo los Juegos Olímpicos de Invierno provoca que especialistas militares se pregunten qué sucederá al concluir ese evento que, hasta el momento de redactar estas líneas, ha constituido un momento esperanzador en cuanto a una verdadera paz en la península coreana.

Entre resultados deportivos, nuevas marcas y hazañas llevadas a cabo por jóvenes atletas, la diplomacia también juega su papel y la prensa destaca que el mandatario surcoreano, Moon Jae-in y Kim Yo-jong, hermana del presidente norcoreano, Kim Yo-jong, asistieron a un concierto celebrado en el Teatro Nacional de Seúl, que terminó con un estrechón de manos.

La prensa local reseñaba entonces; Moon expresó que “las dos Coreas deberían cooperar para hacer que la brasa reconciliadora de la reunión se convierta en una llama”, expresando “sus esperanzas en que el ambiente reconciliador favorezca el diálogo en el futuro”.

No escapó para los analistas que la delegación norcoreana había visitado días antes a Moon en su oficina presidencial, momento donde la hermana de Kim Jong-un, en su calidad de enviada especial, había invitado al mandatario surcoreano a visitar Corea del Norte lo antes posible.

Sin embargo se mantiene la mezcla de ofertas de diálogo y amenazas a Corea del Norte, política rechazada por el gobierno norcoreano, que ve en esas presiones un obstáculo para el deshielo entre las dos Coreas.

Es bueno recordar que el ejercicio conjunto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y Corea del Sur, efectuado a fines de 2017 con el nombre de Vigiland Ace fue el más grande de la historia y sirvió, según expertos, para estudiar acciones como ataques a los objetos de la infraestructura nuclear de Corea del Norte.

Esa ha sido, y es, la política del gobierno de Donald Trump, reiterada por Nikki Haley el 22 de diciembre de 2017 en el Consejo de Seguridad de la ONU al caracterizar a la RPDC como “el ejemplo más trágico del mundo moderno”. Anteriormente había afirmado que Corea de Norte “sería destruida”.

Ahora bien, las informaciones periodísticas a fines de enero, procedentes de Estados Unidos no eran precisamente favorables al entendimiento, sino todo lo contrario, pues precisaban que el “ejército estadounidense se está preparando, en silencio, para una guerra que esperan no ocurra”.

Entonces se anunciaba que una vez concluidos los Juegos, el Pentágono planeaba enviar más tropas de operaciones especiales a la península coreana, lo que constituiría según fuentes militares la formación de un grupo operativo con sede en Corea del Sur, similar a los establecidos en Irak y Siria.

Algunos observadores esperaban que Seúl fuera una “tregua olímpica” que ayudara a encontrar una solución diplomática a la situación creada, aspiración de algunas potencias y de las Naciones Unidas, pero desafortunadamente los Estados Unidos siguen apostando a la confrontación.

Quizás, tal y como planteara recientemente el secretario estadounidense de Estado, Rex Tillerson, “los esfuerzos diplomáticos dirigidos a resolver la crisis “continuarán hasta que caiga la primera bomba”. Esperemos que no.

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