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Tema recurrente, y más con Trump

24 de noviembre de 2017

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No hace mucho comentamos como los crímenes de odio han aumentado significativamente en Estados Unidos desde la llegada de Donald Trump a la presidencia.

Vanagloriándose en presuntos éxitos económicos alcanzados con el aumento de la producción y venta de armas y el incremento del empleo derivado de ello, el susodicho ha eludido comentar el incremento de la violencia contra mexicanos, el cese de la ayuda a haitianos y nicaraguenses, en fin, la supresión de los vestigios humanos que aún quedaban en el país norteño.

Los parámetros de estos crímenes de odio están disparados, porque se ha dado vía libre a los supremacistas blancos, se impide cualquier tipo de legislación que limite la compra de armas por la ciudadanía y el propio mandatario justifica los masivos asesinatos de civiles indefensos, achacándoselos a problemas mentales de los autores, con tal de proteger a sus benefactores de la Asociación Nacional del Rifle.

Nada nuevo acerca de este asunto, pensaría el lector, si no fuera que tal violencia está dirigida especialmente a crear tal caos y síndrome del miedo en el ciudadano común que, junto a un información malintencionada y bien dirigida, conllevaría a un nuevo mandato de Trump o de alguien con igual línea política retrógrada, aunque se piense que aún están lejanos los comicios..

A la crisis desatada contra Corea Democrática y el envío de más militares a Afganistán, que han traído cuantiosas compras a la industria de la muerte estadounidense, se suman estos crímenes de odio, vituperados en recientes manifestaciones en Boston y otras ciudades, pero en esfuerzo muy disperso.

El término surgió en 1985 en Estados Unidos, cuando una oleada de crímenes basados en prejuicios raciales, étnicos y nacionalistas fueron investigados por el Federal Bureau of Investigation (FBI).

Recientemente la fiscalía británica anunció su intención de endurecer las penas por los delitos de odio cometidos en internet, en portales como Twitter o Facebook, según anunció su directora, Alison Saunders, quen admitió que se han incrementado con la llegada de Trump al poder.

De acuerdo a Saunders, en el contexto actual esa medida es necesaria, pues los abusos cometidos en línea derivan en el tipo de extremismos vistos recientemente en Estados Unidos.

Los servicios de inteligencia norteamericana también han sido muy activos al respecto en Venezuela, proporcionando armasw e información, así como elaborando planes para desarrollar la malsana acción, en las que varias personas fueron quemadas y linchadas por defender una posición política revolucionaria.

Y regresando a Estados Unidos, allí existe una legislación que permite actuar a la Justicia en casos de crímenes de odio, pero con Trump defendiendo a los supremacistas blancos es muy difícil que ello suceda.

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