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Tarea difícil, pero posible

8 de agosto de 2022

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Si una nación requiere de aunar esfuerzos para encaminar un proyecto  que se proponga sanar heridas de la guerra y de un sistema neoliberal que ha perjudicado a millones de sus ciudadanos, esa es Colombia.

Este 7 de agosto, fecha en que Colombia conmemoraba  la Batalla de Boyacá, hecho histórico que dio paso a la independencia del país, asumió la presidencia Gustavo Pedro, luego de una victoria electoral que ha despertado interés, confianza y expectativas en cuanto a que se pueda hacer realidad el fin de la pesadilla que ha marcado los últimos años en el devenir de la nación sudamericana.

El Gobierno de Iván Duque deja el poder con indicadores negativos como el auge de la violencia, el continuo asesinato de líderes sociales y excombatientes y con la reaparición de las masacres.

Duque asumió como mandatario precisamente cuando se había logrado uno de los mayores anhelos de la población colombiana —la firma de los Acuerdos de Paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos—.

Durante su mandato, Iván  Duque optó por usar la militarización de las zonas de conflicto, en vez de aplicar lo acordado con el principal grupo guerrillero y proseguir el diálogo ya iniciado con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Duque, además de incumplir con los citados Acuerdos, echó tierra al diálogo y engavetó las demandas históricas de la ciudadanía, fundamentalmente de los habitantes de las zonas afectadas por décadas de guerra y prefirió hacer uso mediático de las supuestas victorias de los militares contra los guerrilleros, en muchos casos usando los falsos positivos.

En los cuatro años de su gobierno, se contabiliza el asesinato de 957 líderes sociales y defensores de los derechos humanos, así como de 261 ex guerrilleros que se habían acogido, en su mayoría, a la desmovilización contemplada en los Acuerdos de Paz.

De igual forma, se han producido 313 masacres con 1192 víctimas, 220 casos de desaparición forzada, 555 secuestros, 446 eventos de confinamiento, según datos de la Unidad de Investigación y Acusación (UIA), que pertenece a la Jurisdicción de Paz (JEP).

Además, el gobierno saliente, ignoró lo pactado respecto a la reforma agraria, así como la política antidroga y otros elementos relacionados con un posible establecimiento de la paz, en una nación que hasta hoy vive la pesadilla de la violencia y la falta de una perspectiva real para enrumbar los destinos del país.

Como si no bastara, con tanta errada política por parte de Duque y su gobierno, hay que señalar además, la apuesta que hizo el mandatario para desestabilizar a Venezuela.

En Colombia se han preparado militarmente cientos de mercenarios que luego se han introducido en la nación vecina para hacer sabotajes y hasta pretender escenificar magnicidios contra el presidente constitucional, Nicolás Maduro.

Fue Duque con esa política un fiel servidor y cumplidor del guión elaborado en Washington en su afán por destruir la Revolución Bolivariana.

No será para nada fácil la tarea a cumplir por Gustavo Petro y su vicepresidenta, Francia Márquez, en un país que, además, tiene  enraizadas políticas económicas y sociales de corte neoliberal y una oligarquía que hará todo para no perder sus grandes privilegios.

No olvidar tampoco, que un personaje como Álvaro Uribe, goza aún de influencia en el entramado político del país del que fue presidente y uno de los mayores enemigos de los Acuerdos de Paz y de las medidas económicas y sociales que tanto espera un pueblo que quiere despertar de la pesadilla que ahora deja Iván Duque.

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